22 de abril de 2024
El inglés es uno de los idiomas más hablados del mundo y, en nuestro país, se estima que sólo el 2% lo domina.
Una cifra nada auspiciosa si se consideran todas las ventajas que ostenta. “Los beneficios de la educación bilingüe incluyen un desarrollo cognitivo superior, más habilidades de resolución de problemas, mayores oportunidades laborales y una mejor apreciación cultural”, explica Tatiana Bustos, directora del Programa Bilingüe de la red Cognita Chile.
Prerrogativas no menores en una sociedad cada vez más conectada y global, donde cerca de 1.5 mil millones de personas hablan inglés en todo el mundo, ya sea como primero o segundo idioma, o como lengua extranjera.
En ese sentido, en las últimas décadas ha aumentado la oferta de educación privada bilingüe en nuestro país; establecimientos que potencian un enfoque comunicativo integral del inglés con estándares internacionales, donde se trabajan las cuatro habilidades principales: escuchar, hablar, leer y escribir en este idioma. La idea no es sólo comunicarse, sino también pensar en inglés.
Tatiana explica que, en promedio, “se requieren más de 1.500 horas de inmersión total y consciente, al menos 4 a 5 veces por semana para alcanzar un nivel avanzado. Esto se puede obtener tanto en un colegio bilingüe, donde la mayoría de las horas de clases se realizan en inglés, o viviendo en un país angloparlante”, plantea.
Practicar, practicar, practicar
Para la directora del programa Bilingüe de los colegios Cognita, la exposición temprana y la práctica regular son factores clave para el éxito. “La mejor etapa para aprender un segundo idioma es durante la infancia, antes de los 7 años, ya que los niños tienen una mayor plasticidad cerebral y pueden adquirir idiomas de manera más natural”.
Sin embargo, comenta que “toda persona, adulto o niño, puede aprender otro idioma en cualquier momento de su vida, ya que el cerebro está creado para comunicarse y el lenguaje es la habilidad fundamental que nos hace humanos”.
Además, la especialista de la red Cognita, revela que muchos alumnos expresan ser “malos para el inglés”, pero que, lo más probable, es que “alguien significativo, en algún momento de la vida les haya puesto esa etiqueta, y ellos lo creyeron”. Y, si bien hay personas que pueden enfrentar desafíos adicionales debido a la falta de exposición temprana, diferencias en el estilo de aprendizaje o condiciones como trastornos del lenguaje, lo más importante, siempre, será la práctica desde la primera infancia. Acá entrega algunos tips:
• Establecer una rutina para el inglés en casa. Se puede empezar con una serie de frases cortas o canciones que indiquen que es hora de ir a dormir, o la hora del baño.
• Leer cuentos con ilustraciones u otros elementos visuales; a los niños les gusta volver a leer las historias una y otra vez, lo que contribuye a repasar vocabulario y estructuras sintácticas.
• Las aplicaciones móviles son entretenidas, envolventes e interactivas, y pueden emplearse fácilmente desde cualquier dispositivo para complementar el aprendizaje.
• Ver con ellos algún fragmento breve de los programas y dibujos animados en inglés que más les gusten, ya que esto les permite escuchar la pronunciación de palabras y frases nuevas o conocidas de labios de personajes que les son familiares.
• Centrarse en los temas que les interesan y en el vocabulario y las expresiones que ya han aprendido en su lengua materna en el colegio, como alimentos y bebidas, juguetes, números, colores, ropa, animales, formas y adjetivos sencillos
• Preguntar con frecuencia al profesor acerca del contenido que están aprendiendo en clases. De este modo, se puede repasar también en casa.