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IA "tu única elección posible es decidir cuándo la usarás"

La IA podrás utilizarla para descubrir tendencias emergentes, identificar oportunidades de crecimiento y tomar decisiones estratégicas en tu carrera profesional o en tu negocio.

26 de septiembre de 2023

Hace apenas unos meses, el mundo parecía que se aproximaba inevitablemente a la virtualización. El metaverso ocupaba todos los titulares desde que allá por finales de octubre de 2021 Zuckerberg anunciaba que Facebook Inc. pasaba a llamarse Meta Platforms Inc., evidenciando con ello el ámbito principal de enfoque de las grandes tecnológicas del mundo desde hacía años. La Inteligencia Artificial ocupaba hasta entonces, y casi podríamos decir hasta Navidad de 2022, un plano discreto, saliendo en la foto pero entre las criptomonedas, la Web3, el Big Data y demás conceptos que mueven la tecnología y, con ella, el comportamiento humano actual y futuro. 

Pero Open AI, una pequeña tecnológica de menos de 400 trabajadores, entidad sin ánimo de lucro con Elon Musk y Sam Altman detrás, lo ha cambiado todo: el 30 de noviembre de 2022 con Chat GPT-3.5, y ahora el lanzamiento de GPT-4. Porque con datos en la mano Chat GPT acumula más conocimiento con razonamiento humano y conversación accesible que cualquier individuo en la historia de la humanidad. Si le has dedicado 5 minutos ya debes ser consciente de que esto va muy en serio. Sus ejemplos de aplicabilidad llegan a donde lo hace la imaginación y la exceden, porque hablamos de un modelo preentrenado capaz de superar con abrumadora facilidad exámenes de certificación de todo tipo de materias y grados de dificultad. Capaz de expresarse en tonos, idiomas, modalidades y especialidades sin límite, a velocidad de tiempo real, respondiendo a cualquier petición por muy extraña que resulte. 

Y esto, aunque pueda parecer lo contrario, no está haciendo más que empezar. Hace unos días le preguntaba a Chat GPT, lejos del drama, qué tipo de empleos y profesiones podrían aprovechar sus habilidades de IA en su día a día. Su respuesta deja a las claras que, aunque tal vez acabe sustituyendo alguna función profesional en el futuro, de momento sus posibilidades, si uno sabe exprimirlas, pueden estar orientadas a potenciar el rendimiento y a dimensionar el trabajo de una forma más ambiciosa en cualquier área. 

Porque Chat GPT es solo la punta del iceberg, la herramienta más visible y seguramente la que tiene mejor base por la cantidad y calidad de datos acumulados (de hecho, seguimos siendo parte de su entrenamiento). Pero herramientas de IA, usos, prompts… surgen cientos cada semana en áreas diversas. También porque muchas se nutren de su API para transformar cualquier idea en realidad: es posible programar una web garabateada en una servilleta sin conocimientos de programación; o hacer una foto a nuestra nevera y pedirle que nos haga un menú saludable con lo que ve; o usarlo como compañero de programación, o como gurú del emprendimiento para ayudarnos a montar un negocio con 100€. 

Desde luego, las funciones relacionadas con el marketing, la tecnología o la programación se beneficiarán de usos de la IA para mejorar la eficiencia de una forma abrumadora. La IA va camino, sin lugar a dudas, de provocar el verdadero tipping point en estas industrias. Porque cada semana ya van llegando decenas de herramientas que emplean y emplearán la IA para llevar a otro nivel, enfoque y agilidad campos como el SEO, chatbots, publicidad y optimización de anuncios, análisis de datos, generación de informes, segmentación, análisis de sentimiento, predicción de tendencias, programación de código, desarrollos no-code, relación con el cliente, creación de contenido (de texto a texto, de texto a imagen, de texto a vídeo, de texto a audio…), doblaje, edición multimedia… 

La verdadera pregunta que debemos hacernos estos días no es si la IA va a quitarnos el trabajo; algo que, en el caso de acabar ocurriendo, debería hacernos reflexionar entonces si no habremos sido lo suficientemente hábiles o previsores como para aprovechar el oleaje para nadar, en lugar simplemente de tratar de flotar en la marejada. Porque la IA no va vestida del traje de la temporada. No tiene visos de retroceder. Y lleva una velocidad exponencial que requiere que tengamos los ojos bien abiertos. Lo principal que sí debemos cuestionarnos es cuándo asumiremos que es un camino de recorrido inevitable, y cómo y de qué forma comenzaremos a explorarlo, adaptarlo a nuestras necesidades y a explotarlo en nuestro beneficio; hacerlo ahora, incluso, nos puede regalar una ventaja competitiva. Porque el riesgo de la IA es creer que no va con nosotros, que pasará su ciclo, que nos cansaremos de ella, pensar que no ganaremos incorporándola. Tarde o temprano, seguramente más esto último, otros profesionales estandarizarán metodologías que acabarán por imponerse como procedimientos en la industria. No verlo es negar la evidencia. Por eso, sin duda, el mayor riesgo de la Inteligencia Artificial podríamos ser nosotros mismos.





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