La imagen del lecho seco y agrietado de la laguna de Aculeo, a unos 40 kilómetros al sur de Santiago, se convirtió en 2018 en el símbolo de la profunda crisis hídrica que afecta a la zona central de Chile. Aunque inicialmente la culpa recayó sobre la megasequía y el cambio climático, un nuevo estudio científico apunta a la insostenible extracción de agua para consumo humano como principal causa. La investigación, liderada por el académico del Departamento de Ingeniería Geoespacial y Ambiental de la Universidad de Santiago (Usach), Alberto Alaniz, junto con la Universidad de Arizona, concluye que la laguna no se habría secado únicamente por la disminución de las lluvias. El estudio se basó en un análisis detallado de imágenes satelitales y modelos matemáticos durante un período de 15 años (2010-2024), reconstruyendo tanto las entradas de agua a la cuenca como, crucialmente, las extracciones. «Lo que hicimos fue hacer un barrido completo de la laguna durante los últimos 15 años», explicó Alaniz, detallando un proceso que identificó tanto los puntos de extracción declarados, es decir, con derechos de aprovechamiento, como los no declarados, como piscinas y tranques agrícolas. Consumo de agua excesivo El análisis de los datos demuestra una presión creciente sobre los recursos hídricos de la cuenca, justo cuando la sequía se agudizaba. Contrario a lo que se podría esperar en un escenario de escasez, los derechos de agua otorgados por el Estado no solo se mantuvieron, sino que se incrementaron un 87,4% entre 2010 y 2024, pasando de 229,1 a 429,4 litros por segundo. El crecimiento del consumo no declarado fue aún más dramático. El número de piscinas en la zona aumentó de 390 a 1.082 en el mismo período, lo que representa un alza del 421% en la extracción de agua para fines recreativos. A su vez, los tranques agrícolas, destinados principalmente a monocultivos frutales, pasaron de 4 a 41, multiplicando por más de diez su consumo hídrico. La gran diferencia entre la laguna y la severa sequía de 1968, según el estudio, es que en aquella época «no existían los montos gigantes de extracción de agua que existen ahora». Esto refuerza la idea de que la cuenca de Aculeo sufrió una «sequía hidrológica» más que una simple sequía climática. La urgencia de protección ambiental Los hallazgos del estudio subrayan la necesidad de una gestión hídrica más rigurosa y adaptada a la nueva realidad climática del país. Frente a este diagnóstico, el académico de la Usach propone medidas concretas y urgentes. La primera es declarar la laguna Aculeo como humedal urbano, amparándose en la Ley 21.202, para asegurar su protección oficial y regular los usos de suelo en su entorno. Esta medida es fundamental para evitar nuevas intervenciones hidrológicas y comenzar un proceso de recuperación sostenible. Además, Alaniz enfatizó la necesidad de «hacer una regularización en esta zona, además de no realizar nuevas intervenciones hidrológicas», además de destinar fondos estatales para el monitoreo continuo, evitando que la historia de Aculeo se repita en otros lagos y lagunas del país.
En Chile no hay dudas sobre el cambio climático. La Encuesta PAIS 2025 muestra que sus habitantes tienen un alto reconocimiento de este fenómeno global, incluso mayor a países desarrollados. También hay rasgos de ecoansiedad en la población, ya que la crisis climática se percibe como real y con impactos negativos para los habitantes del territorio. Según el estudio -presentado por la Dirección de Estudios Sociales UC (DESUC)-, el 82% de los chilenos cree que el cambio climático “ya está sucediendo” y el 69% proyecta que sus efectos tendrán un impacto “negativo” o “muy negativo” en la calidad de vida de las personas en el país. Esta sensación es más marcada en las mujeres y en el grupo de 18 a 45 años. Enfrentar este fenómeno se percibe como algo prioritario en el discurso: el 61% de los encuestados cree que debe priorizarse la lucha contra el cambio climático aunque implique limitar el crecimiento económico. Esta postura aumenta en jóvenes de 18 a 30 años y también en quienes se posicionan en la izquierda. Respecto de quién se debe hacer cargo de afrontar este problema, los encuestados piensan que la responsabilidad de tomar medidas recae, en primer lugar, en el Gobierno (41%) y luego en las empresas (26%). Solo en tercer lugar mencionan a las personas (24%). En esa línea, el 83% apoya una mayor regulación del Estado a las empresas para que inviertan en energías limpias, y el 65% valora que se aceleren proyectos de energía renovable eliminando trabas burocráticas. No obstante, si bien existe preocupación por el futuro, se percibe un rechazo a internalizar los costos personales de combatir la crisis climática. Esto se manifiesta en un mayor respaldo a las acciones que implican costos difusos para las personas: por ejemplo, el 77% apoya que se invierta en energías renovables con costos para el país; pero esto baja cuando se trata de medidas que afectan directamente al bolsillo de las personas, como que aumente el costo de venta de autos a gasolina o diésel a partir de 2035, lo que solo es avalado por el 47%. “Hay conciencia del problema, pero se percibe como un desafío de mediano plazo. Esto permite cierto grado de performatividad. Mostramos preocupación, pero rechazamos internalizar costos cuando nos afectan directamente”, Cristián Ayala, director de DESUC. Hay preocupación, pero no se aceptan costos de afrontarlo Respecto de los resultados, el director de DESUC, Cristián Ayala, comenta que la conciencia del problema en Chile es alta, pero se tiende a privilegiar el beneficio de corto plazo. En ese sentido, las personas sienten preocupación, pero no necesariamente aceptan costos o generan acciones concretas para remediarlo, como separar basura reciclable, entre otras medidas. “Hay conciencia del problema, pero se percibe como un desafío de mediano plazo. Esto permite cierto grado de performatividad. Mostramos preocupación, pero rechazamos internalizar costos cuando nos afectan directamente”, señala. Sobre este tema, Esteban Delgado, asesor en Medio Ambiente y Biodiversidad del PNUD, menciona que “la profundidad de las acciones depende de cuánto afectan la cotidianeidad. No es solo un tema de costos, sino de cambiar hábitos”. El director del Instituto de Sociología UC, Matías Bargsted, concuerda en que, para cambiar comportamientos, es necesario también facilitarles a las personas los medios para la generación de esas acciones. La Encuesta PAIS es un estudio de opinión pública con representatividad nacional. Su objetivo es aportar evidencia para el debate público sobre los desafíos contemporáneos de Chile. La versión 2025 fue aplicada entre el 24 de junio y el 10 de julio mediante entrevistas telefónicas a una muestra de 1.000 personas, con un margen de error de ±3,1%.
Un sistema constructivo que acelera procesos, reduce residuos y utiliza energía limpia. Así son los primeros resultados del proyecto Hormigón 3D y Eco Hormigón, del Programa Tecnológico Construye Zer o liderado por CTEC. Esta tecnología desarrollada por Acciona, Melón y CTEC y apoyada por EcoAza, René Lagos Engineers, Recylink, Yaku, Idiem y Facoro nace con un propósito claro, reducir la huella ambiental de los sistemas tradicionales de construcción, integrando tecnología de punta, materiales reciclados e insumos locales. “Este es un hito que marca el inicio de una nueva forma de construir en Chile. Desde CTEC impulsamos Construye Zero como una plataforma de articulación para acelerar tecnologías que permiten descarbonizar la industria”, señaló Daniela Vásquez, gerente general de Construye Zero. Uno de los principales diferenciales del sistema es su capacidad de imprimir en piezas y partes, en lugar de módulos completos como lo hacen otros sistemas. Esta decisión no es menor, ya que permite cumplir con la normativa sísmica nacional, además de adaptar la tecnología a distintos proyectos y escalas. Esto permite habilitar la posibilidad de instalar mini fábricas directamente en los terrenos de construcción, lo que disminuye drásticamente el impacto logístico y la huella de transporte. Esta flexibilidad técnica abre oportunidades para el desarrollo de viviendas sociales, donde la rapidez en la ejecución y la optimización de costos pueden contribuir significativamente a cerrar brechas habitacionales o infraestructura pública, como mobiliario urbano, que requieren soluciones personalizables y de alta resistencia. Este enfoque modular, descentralizado y sustentable representa una verdadera innovación en la forma de pensar la construcción en Chile, permitiendo que el avance tecnológico se alinee con las necesidades locales y los desafíos que requiere la industria y el país a nivel de acuerdos medioambientales. Tecnología de vanguardia con sello circular El sistema de impresión utilizado en el proyecto Hormigón 3D y Eco Hormigón se basa en un brazo robótico de alta precisión, que permite automatizar la fabricación de elementos estructurales en terreno. En términos simples, el proceso se compone de 4 etapas: carga del material en un silo, activación de la mezcla, impresión automatizada y limpieza de los equipos. Todo ello operado con eficiencia energética y reutilización de agua, asegurando un ciclo de producción limpio y controlado. El componente clave del sistema es un brazo robótico de impresión 3D, que se mueve con libertad sobre varios ejes para ir depositando la mezcla capa por capa, siguiendo un modelo digital previamente parametrizado. Esto permite producir piezas con geometrías complejas, personalizadas y repetibles, sin necesidad de moldajes, en tiempos considerablemente menores a los sistemas tradicionales. Esta tecnología fue aportada e implementada por ACCIONA, empresa con amplia trayectoria internacional en el desarrollo de impresión 3D con hormigón. En España, por ejemplo, la empresa fue pionera al imprimir el primer puente peatonal de hormigón reforzado 3D del mundo, y ha participado en múltiples desarrollos europeos que validan técnica y estructuralmente esta innovación. “En ACCIONA entendemos nuestro rol como catalizadores de un cambio en la industria, con un enfoque claro en la sostenibilidad. Trajimos a Chile este brazo robótico de impresión 3D y traspasamos el conocimiento a profesionales locales, potenciando así su desarrollo para acelerar la implementación de esta tecnología que generará una revolución en la industria de la construcción de nuestro país”, afirma Flavio Rodríguez, gerente de Calidad e Innovación de infraestructuras de ACCIONA. Una mezcla sustentable desarrollada en Chile Para que la impresión 3D funcione correctamente, no basta con tener tecnología de punta, sino que también se requiere una mezcla de hormigón especialmente diseñada, que combine fluidez, resistencia, fraguado rápido y bajo impacto ambiental. Este fue uno de los grandes desafíos del proyecto, abordado con éxito por Melón, empresa encargada del desarrollo del material. La primera mezcla utilizada incorpora insumos locales que permiten reducir el impacto ambiental de los traslados. Un segundo producto además de los insumos locales, cuenta con un alto componente de escoria de acero reciclada como árido (EcoAza), reduciendo así la extracción de materias primas vírgenes y valorizando residuos industriales. A esto se suma el uso de aditivos que optimizan la trabajabilidad y la cohesión, permitiendo que el material fluya de forma continua por el sistema de bombeo y mantenga su forma una vez impreso. “El uso de áridos artificial y reciclados es la construcción del futuro, por eso en la actualización de la norma se propone su uso NCh163” Áridos para morteros y hormigones – Requisitos”. En el diseño del eco hormigón se utilizó 100% de árido artificial, escoria de alto horno de ECOAZA, esto no sólo permite recircular materiales como lo son las escorias, sino que también reduce significativamente las emisiones”, explicó Marjorie Córdova, subgerente de Soluciones Constructivas en Melón. Gracias a esta formulación, la mezcla ha demostrado un excelente desempeño en pruebas de resistencia estructural, durabilidad y adherencia, lo que permite proyectar su uso tanto en vivienda como en infraestructura. Además, el diseño del material permite trabajar con bajo consumo de agua y energía, potenciando así los objetivos de sostenibilidad del sistema completo. El desarrollo de esta mezcla en contexto chileno no solo garantiza la adaptabilidad a normativas locales, sino también la escalabilidad de la tecnología a distintas zonas del país.
Un estudio alarmante revela que el cambio climático y la pérdida de hábitat están en camino de triplicar las extinciones impactando a especies claves en menos de un siglo. Así lo advierte un estudio de la Universidad de Reading publicado en Nature Ecology & Evolution, indicando que entre las afectadas están íconos como el cóndor andino, el albatros errante y el pingüino de Galápagos La cifra proyectada triplica el total de extinciones de aves registradas desde 1500 d. C. y afectará tanto a la biodiversidad taxonómica como a la funcional, es decir, al papel ecológico que cumplen las especies en el ciclo de la vida. “No es lo mismo perder un paseriforme que come semillas que un buitre que come carroña. El impacto no es el mismo”, explicó Manuela González-Suárez, autora principal del estudio. En ese sentido, las principales amenazas son la pérdida de hábitat, la caza, la agricultura y la introducción de especies invasoras. Incluso si se eliminan todas las presiones humanas, 250 especies podrían desaparecer igual, según las proyecciones. Y en ese escenario, las aves de gran tamaño y alas anchas, como el cóndor, son las más vulnerables. Una crisis de extinción sin precedentes Antes de la expansión humana, se esperaba la extinción de una sola especie por cada 10.000 aves en un siglo. Hoy, el ritmo de extinción se ha disparado y supera con creces ese patrón natural. “ Nos enfrentamos a una crisis de extinción de aves sin precedentes en la era moderna. Necesitamos medidas ambiciosas, coordinadas e inmediatas para reducir las amenazas humanas en todos los hábitats y programas de rescate específicos para evitar la desaparición de las especies más singulares y más amenazadas”, recalcó Kerry Stewart, coautora del trabajo. Entre las medidas que se pueden tomar está el detener la destrucción de hábitats tendría el mayor efecto positivo en el número de especies. También reducir la caza y las muertes accidentales protegería mejor a las especies funcionalmente más únicas. Y, finalmente, focalizar programas. De hecho, en solo 100 especies excepcionales podría conservar el 68% de la diversidad ecológica de las aves, según el análisis.
La imagen del lecho seco y agrietado de la laguna de Aculeo, a unos 40 kilómetros al sur de Santiago, se convirtió en 2018 en el símbolo de la profunda crisis hídrica que afecta a la zona central de Chile. Aunque inicialmente la culpa recayó sobre la megasequía y el cambio climático, un nuevo estudio científico apunta a la insostenible extracción de agua para consumo humano como principal causa. La investigación, liderada por el académico del Departamento de Ingeniería Geoespacial y Ambiental de la Universidad de Santiago (Usach), Alberto Alaniz, junto con la Universidad de Arizona, concluye que la laguna no se habría secado únicamente por la disminución de las lluvias. El estudio se basó en un análisis detallado de imágenes satelitales y modelos matemáticos durante un período de 15 años (2010-2024), reconstruyendo tanto las entradas de agua a la cuenca como, crucialmente, las extracciones. «Lo que hicimos fue hacer un barrido completo de la laguna durante los últimos 15 años», explicó Alaniz, detallando un proceso que identificó tanto los puntos de extracción declarados, es decir, con derechos de aprovechamiento, como los no declarados, como piscinas y tranques agrícolas. Consumo de agua excesivo El análisis de los datos demuestra una presión creciente sobre los recursos hídricos de la cuenca, justo cuando la sequía se agudizaba. Contrario a lo que se podría esperar en un escenario de escasez, los derechos de agua otorgados por el Estado no solo se mantuvieron, sino que se incrementaron un 87,4% entre 2010 y 2024, pasando de 229,1 a 429,4 litros por segundo. El crecimiento del consumo no declarado fue aún más dramático. El número de piscinas en la zona aumentó de 390 a 1.082 en el mismo período, lo que representa un alza del 421% en la extracción de agua para fines recreativos. A su vez, los tranques agrícolas, destinados principalmente a monocultivos frutales, pasaron de 4 a 41, multiplicando por más de diez su consumo hídrico. La gran diferencia entre la laguna y la severa sequía de 1968, según el estudio, es que en aquella época «no existían los montos gigantes de extracción de agua que existen ahora». Esto refuerza la idea de que la cuenca de Aculeo sufrió una «sequía hidrológica» más que una simple sequía climática. La urgencia de protección ambiental Los hallazgos del estudio subrayan la necesidad de una gestión hídrica más rigurosa y adaptada a la nueva realidad climática del país. Frente a este diagnóstico, el académico de la Usach propone medidas concretas y urgentes. La primera es declarar la laguna Aculeo como humedal urbano, amparándose en la Ley 21.202, para asegurar su protección oficial y regular los usos de suelo en su entorno. Esta medida es fundamental para evitar nuevas intervenciones hidrológicas y comenzar un proceso de recuperación sostenible. Además, Alaniz enfatizó la necesidad de «hacer una regularización en esta zona, además de no realizar nuevas intervenciones hidrológicas», además de destinar fondos estatales para el monitoreo continuo, evitando que la historia de Aculeo se repita en otros lagos y lagunas del país.
En Chile no hay dudas sobre el cambio climático. La Encuesta PAIS 2025 muestra que sus habitantes tienen un alto reconocimiento de este fenómeno global, incluso mayor a países desarrollados. También hay rasgos de ecoansiedad en la población, ya que la crisis climática se percibe como real y con impactos negativos para los habitantes del territorio. Según el estudio -presentado por la Dirección de Estudios Sociales UC (DESUC)-, el 82% de los chilenos cree que el cambio climático “ya está sucediendo” y el 69% proyecta que sus efectos tendrán un impacto “negativo” o “muy negativo” en la calidad de vida de las personas en el país. Esta sensación es más marcada en las mujeres y en el grupo de 18 a 45 años. Enfrentar este fenómeno se percibe como algo prioritario en el discurso: el 61% de los encuestados cree que debe priorizarse la lucha contra el cambio climático aunque implique limitar el crecimiento económico. Esta postura aumenta en jóvenes de 18 a 30 años y también en quienes se posicionan en la izquierda. Respecto de quién se debe hacer cargo de afrontar este problema, los encuestados piensan que la responsabilidad de tomar medidas recae, en primer lugar, en el Gobierno (41%) y luego en las empresas (26%). Solo en tercer lugar mencionan a las personas (24%). En esa línea, el 83% apoya una mayor regulación del Estado a las empresas para que inviertan en energías limpias, y el 65% valora que se aceleren proyectos de energía renovable eliminando trabas burocráticas. No obstante, si bien existe preocupación por el futuro, se percibe un rechazo a internalizar los costos personales de combatir la crisis climática. Esto se manifiesta en un mayor respaldo a las acciones que implican costos difusos para las personas: por ejemplo, el 77% apoya que se invierta en energías renovables con costos para el país; pero esto baja cuando se trata de medidas que afectan directamente al bolsillo de las personas, como que aumente el costo de venta de autos a gasolina o diésel a partir de 2035, lo que solo es avalado por el 47%. “Hay conciencia del problema, pero se percibe como un desafío de mediano plazo. Esto permite cierto grado de performatividad. Mostramos preocupación, pero rechazamos internalizar costos cuando nos afectan directamente”, Cristián Ayala, director de DESUC. Hay preocupación, pero no se aceptan costos de afrontarlo Respecto de los resultados, el director de DESUC, Cristián Ayala, comenta que la conciencia del problema en Chile es alta, pero se tiende a privilegiar el beneficio de corto plazo. En ese sentido, las personas sienten preocupación, pero no necesariamente aceptan costos o generan acciones concretas para remediarlo, como separar basura reciclable, entre otras medidas. “Hay conciencia del problema, pero se percibe como un desafío de mediano plazo. Esto permite cierto grado de performatividad. Mostramos preocupación, pero rechazamos internalizar costos cuando nos afectan directamente”, señala. Sobre este tema, Esteban Delgado, asesor en Medio Ambiente y Biodiversidad del PNUD, menciona que “la profundidad de las acciones depende de cuánto afectan la cotidianeidad. No es solo un tema de costos, sino de cambiar hábitos”. El director del Instituto de Sociología UC, Matías Bargsted, concuerda en que, para cambiar comportamientos, es necesario también facilitarles a las personas los medios para la generación de esas acciones. La Encuesta PAIS es un estudio de opinión pública con representatividad nacional. Su objetivo es aportar evidencia para el debate público sobre los desafíos contemporáneos de Chile. La versión 2025 fue aplicada entre el 24 de junio y el 10 de julio mediante entrevistas telefónicas a una muestra de 1.000 personas, con un margen de error de ±3,1%.
Un sistema constructivo que acelera procesos, reduce residuos y utiliza energía limpia. Así son los primeros resultados del proyecto Hormigón 3D y Eco Hormigón, del Programa Tecnológico Construye Zer o liderado por CTEC. Esta tecnología desarrollada por Acciona, Melón y CTEC y apoyada por EcoAza, René Lagos Engineers, Recylink, Yaku, Idiem y Facoro nace con un propósito claro, reducir la huella ambiental de los sistemas tradicionales de construcción, integrando tecnología de punta, materiales reciclados e insumos locales. “Este es un hito que marca el inicio de una nueva forma de construir en Chile. Desde CTEC impulsamos Construye Zero como una plataforma de articulación para acelerar tecnologías que permiten descarbonizar la industria”, señaló Daniela Vásquez, gerente general de Construye Zero. Uno de los principales diferenciales del sistema es su capacidad de imprimir en piezas y partes, en lugar de módulos completos como lo hacen otros sistemas. Esta decisión no es menor, ya que permite cumplir con la normativa sísmica nacional, además de adaptar la tecnología a distintos proyectos y escalas. Esto permite habilitar la posibilidad de instalar mini fábricas directamente en los terrenos de construcción, lo que disminuye drásticamente el impacto logístico y la huella de transporte. Esta flexibilidad técnica abre oportunidades para el desarrollo de viviendas sociales, donde la rapidez en la ejecución y la optimización de costos pueden contribuir significativamente a cerrar brechas habitacionales o infraestructura pública, como mobiliario urbano, que requieren soluciones personalizables y de alta resistencia. Este enfoque modular, descentralizado y sustentable representa una verdadera innovación en la forma de pensar la construcción en Chile, permitiendo que el avance tecnológico se alinee con las necesidades locales y los desafíos que requiere la industria y el país a nivel de acuerdos medioambientales. Tecnología de vanguardia con sello circular El sistema de impresión utilizado en el proyecto Hormigón 3D y Eco Hormigón se basa en un brazo robótico de alta precisión, que permite automatizar la fabricación de elementos estructurales en terreno. En términos simples, el proceso se compone de 4 etapas: carga del material en un silo, activación de la mezcla, impresión automatizada y limpieza de los equipos. Todo ello operado con eficiencia energética y reutilización de agua, asegurando un ciclo de producción limpio y controlado. El componente clave del sistema es un brazo robótico de impresión 3D, que se mueve con libertad sobre varios ejes para ir depositando la mezcla capa por capa, siguiendo un modelo digital previamente parametrizado. Esto permite producir piezas con geometrías complejas, personalizadas y repetibles, sin necesidad de moldajes, en tiempos considerablemente menores a los sistemas tradicionales. Esta tecnología fue aportada e implementada por ACCIONA, empresa con amplia trayectoria internacional en el desarrollo de impresión 3D con hormigón. En España, por ejemplo, la empresa fue pionera al imprimir el primer puente peatonal de hormigón reforzado 3D del mundo, y ha participado en múltiples desarrollos europeos que validan técnica y estructuralmente esta innovación. “En ACCIONA entendemos nuestro rol como catalizadores de un cambio en la industria, con un enfoque claro en la sostenibilidad. Trajimos a Chile este brazo robótico de impresión 3D y traspasamos el conocimiento a profesionales locales, potenciando así su desarrollo para acelerar la implementación de esta tecnología que generará una revolución en la industria de la construcción de nuestro país”, afirma Flavio Rodríguez, gerente de Calidad e Innovación de infraestructuras de ACCIONA. Una mezcla sustentable desarrollada en Chile Para que la impresión 3D funcione correctamente, no basta con tener tecnología de punta, sino que también se requiere una mezcla de hormigón especialmente diseñada, que combine fluidez, resistencia, fraguado rápido y bajo impacto ambiental. Este fue uno de los grandes desafíos del proyecto, abordado con éxito por Melón, empresa encargada del desarrollo del material. La primera mezcla utilizada incorpora insumos locales que permiten reducir el impacto ambiental de los traslados. Un segundo producto además de los insumos locales, cuenta con un alto componente de escoria de acero reciclada como árido (EcoAza), reduciendo así la extracción de materias primas vírgenes y valorizando residuos industriales. A esto se suma el uso de aditivos que optimizan la trabajabilidad y la cohesión, permitiendo que el material fluya de forma continua por el sistema de bombeo y mantenga su forma una vez impreso. “El uso de áridos artificial y reciclados es la construcción del futuro, por eso en la actualización de la norma se propone su uso NCh163” Áridos para morteros y hormigones – Requisitos”. En el diseño del eco hormigón se utilizó 100% de árido artificial, escoria de alto horno de ECOAZA, esto no sólo permite recircular materiales como lo son las escorias, sino que también reduce significativamente las emisiones”, explicó Marjorie Córdova, subgerente de Soluciones Constructivas en Melón. Gracias a esta formulación, la mezcla ha demostrado un excelente desempeño en pruebas de resistencia estructural, durabilidad y adherencia, lo que permite proyectar su uso tanto en vivienda como en infraestructura. Además, el diseño del material permite trabajar con bajo consumo de agua y energía, potenciando así los objetivos de sostenibilidad del sistema completo. El desarrollo de esta mezcla en contexto chileno no solo garantiza la adaptabilidad a normativas locales, sino también la escalabilidad de la tecnología a distintas zonas del país.
Un estudio alarmante revela que el cambio climático y la pérdida de hábitat están en camino de triplicar las extinciones impactando a especies claves en menos de un siglo. Así lo advierte un estudio de la Universidad de Reading publicado en Nature Ecology & Evolution, indicando que entre las afectadas están íconos como el cóndor andino, el albatros errante y el pingüino de Galápagos La cifra proyectada triplica el total de extinciones de aves registradas desde 1500 d. C. y afectará tanto a la biodiversidad taxonómica como a la funcional, es decir, al papel ecológico que cumplen las especies en el ciclo de la vida. “No es lo mismo perder un paseriforme que come semillas que un buitre que come carroña. El impacto no es el mismo”, explicó Manuela González-Suárez, autora principal del estudio. En ese sentido, las principales amenazas son la pérdida de hábitat, la caza, la agricultura y la introducción de especies invasoras. Incluso si se eliminan todas las presiones humanas, 250 especies podrían desaparecer igual, según las proyecciones. Y en ese escenario, las aves de gran tamaño y alas anchas, como el cóndor, son las más vulnerables. Una crisis de extinción sin precedentes Antes de la expansión humana, se esperaba la extinción de una sola especie por cada 10.000 aves en un siglo. Hoy, el ritmo de extinción se ha disparado y supera con creces ese patrón natural. “ Nos enfrentamos a una crisis de extinción de aves sin precedentes en la era moderna. Necesitamos medidas ambiciosas, coordinadas e inmediatas para reducir las amenazas humanas en todos los hábitats y programas de rescate específicos para evitar la desaparición de las especies más singulares y más amenazadas”, recalcó Kerry Stewart, coautora del trabajo. Entre las medidas que se pueden tomar está el detener la destrucción de hábitats tendría el mayor efecto positivo en el número de especies. También reducir la caza y las muertes accidentales protegería mejor a las especies funcionalmente más únicas. Y, finalmente, focalizar programas. De hecho, en solo 100 especies excepcionales podría conservar el 68% de la diversidad ecológica de las aves, según el análisis.