Inteligencia artificial que comanda ciberataques y envía órdenes a los virus que lo llevan a cabo, haciéndolos mutar en tiempo real para sortear las barreras de ciberseguridad. Es la alerta que el Grupo de Inteligencia de Amenazas de Google (GTIG) ha enviado este miércoles, tras detectar que los ciberdelincuentes ya no solo utilizan esta tecnología como un asistente, sino como un cerebro autónomo que las potencia para hacerlas más dañinas e indetectables mientras el ataque se lleva a cabo. Por primera vez, Google describe una nueva generación de virus (o malware, como se los denomina en el sector) que reescribe su propio código para adaptarse a las defensas, atacar sus puntos débiles y esconder los patrones que podrían disparar los sistemas de alerta, volviéndose más difíciles de detectar. Lo hace a través de una conexión directa con modelos de lenguaje como Gemini, la IA de la multinacional. “Agentes que actúan respaldados por gobiernos y otros ciberdelincuentes están integrando IA y experimentando con ella en distintos sectores y a lo largo de todo el ciclo de vida de los ataques”, advierte. El informe avisa que aunque todavía está en una etapa inicial, esto supone “un cambio de fase operacional” en el uso ofensivo de la IA. Los ciberdelincuentes y los grupos respaldados por estados —entre los que Google cita a China, Rusia, Irán y Corea del Norte— han dejado de recurrir a esta tecnología como un simple apoyo técnico. Algo que fue documentado poco después de la aparición de ChatGPT y permitió a los ciberdelincuentes desterrar errores que antes los delataban, como las faltas de ortografía o las malas traducciones, pero que ha escalado a un nuevo nivel. Ahora, la IA ha pasado a ser una parte integral del ataque y multiplica su peligrosidad. “Estas herramientas son capaces de generar scripts maliciosos de forma dinámica, ofuscar su propio código para eludir la detección y hacer uso de modelos de IA para crear funciones maliciosas a demanda, en lugar de incluirlas en el código del malware ”, destacan los investigadores. Estos cambios dinámicos suponen un punto de inflexión también para el sector de la ciberseguridad. De manera similar a lo que ocurre con los virus biológicos, hasta ahora los investigadores analizaban el código del malware utilizado en los ataques para crear defensas específicas para bloquearlo. Pero si esas modificaciones se dan en tiempo real, los antivirus no pueden adaptarse a ellas previamente. La IA, ¿engañada? Técnicamente, modelos como Gemini deberían negarse a satisfacer este tipo de requerimientos. Su programación les impide participar en actividades delictivas o dañinas para las personas. No obstante, Google ha detectado que los ciberdelincuentes han encontrado una manera de saltarse ese veto. “Están utilizando argumentos que recuerdan a la ingeniería social”, explica, haciendo referencia a las técnicas de manipulación psicológica que buscan engañar a personas para que revelen información o realicen acciones que comprometan su seguridad. La clave es que esos engaños funcionan también con la inteligencia artificial. “Se han podido observar agentes que se hacen pasar por estudiantes que hacen ejercicios tipo 'captura la bandera' o por investigadores en ciberseguridad. En ambos casos, tratan de persuadir a Gemini para que les facilite una información que, en otras circunstancias, estaría bloqueada, y que necesitan para desarrollar determinadas herramientas”, reconoce el informe de Google. La multinacional afirma que ya ha cancelado las cuentas y proyectos asociados a este tipo de actividades y que está tomando medidas para intentar evitar este tipo de usos indebidos. “Google ha asumido el compromiso de desarrollar la IA de forma responsable y toma medidas preventivas para impedir la actividad maliciosa”, destaca. Como parte de ese compromiso, también ha divulgado estos hallazgos “para dar herramientas a los equipos de seguridad y para promover protecciones más sólidas en todo el ecosistema”. Esto se considera una buena práctica clave en el sector de la ciberseguridad, ya que permite a los especialistas prepararse ante las nuevas técnicas de los atacantes. Un mercado de la IA criminal Al igual que la IA está avanzando por el resto de sectores económicos y sociales, también lo hace su uso para actividades delictivas. “A lo largo de este año, el mercado negro de herramientas de IA ilícitas ha madurado”, recoge el informe de Google. Su equipo ha identificado “ofertas de herramientas multifuncionales diseñadas para facilitar actividades de phishing, desarrollo de malware e investigación de vulnerabilidades” durante la investigación. Un ejemplo reciente de este “mercado negro” de herramientas de IA ilícitas es el caso de Xanthorox, una inteligencia artificial sin restricciones diseñada explícitamente para ayudar a ciberdelincuentes novatos. Esta “IA para hackers”, que se vendía por 200 dólares, presumía de poder generar ransomware capaz de eludir antivirus y facilitar ataques complejos. Sin embargo, la vanidad de su creador, un estudiante de ingeniería bangladesí de 23 años, le llevó a cometer errores fatales de seguridad, como alojar los servidores en su propio domicilio. Investigadores de la firma de ciberseguridad española Zynap siguieron estas pistas hasta identificarlo, obligándole a retirar su creación de la circulación. Se trata de “herramientas que reducen las barreras de entrada para los agentes menos sofisticados”, destaca la multinacional. Una tendencia que se está percibiendo a nivel general, con cada vez más actores que se dedican específicamente a hacer que los ciberataques sean accesibles para bandas que hasta ahora no contaban con los conocimientos adecuados para llevarlos a cabo de manera exitosa. Recientemente, la Guardia Civil ha detenido a un hacker acusado de lucrarse con estas actividades, alquilando herramientas ofensivas que empaquetaba como “kits de estafa”.
A primera vista, Max parece inofensivo. Es una aplicación online, y su anodino logotipo azul y blanco no da ninguna pista sobre su origen ni su siniestro propósito. Sin embargo, este servicio de mensajería aparentemente inocuo está destinado a convertirse en una herramienta importante en el intento del presidente Putin de imponer un control total sobre la vida en línea de los rusos comunes. La aplicación, lanzada en fase de prueba en marzo, fue desarrollada por orden de Putin y ofrece mensajería instantánea, videollamadas, pagos móviles, redes sociales y acceso a servicios gubernamentales. Fue desarrollada por VK, empresa controlada por el Kremlin. Según una nueva ley, se instalará de forma predeterminada en todos los dispositivos digitales que se vendan en Rusia a partir del 1 de septiembre. Los críticos la han descrito como un «programa espía» que instala software de vigilancia en el teléfono inteligente del usuario, el cual permanece activo incluso después de desinstalar la aplicación. Se la considera el equivalente ruso de la aplicación china WeChat, que Pekín utiliza para la vigilancia y la censura en línea. “[Max] está interesado en dónde estuvo el usuario, a quién llamó o escribió, incluso a través de otros servicios de mensajería, qué billeteras de criptomonedas y cuentas bancarias tiene, así como qué compras realizó, qué cafés visitó y qué buscó en internet”, escribió Red Binder, un canal ruso de Telegram que se centra en temas en línea. Los datos recopilados por Max serán fácilmente accesibles para los servicios de seguridad del FSB y los agentes del Kremlin podrían incluso monitorizar las conversaciones en línea en tiempo real, según los analistas. Andrey Okun, periodista de la oposición rusa, calificó a Max como una pieza clave en los planes del Kremlin para construir un “gulag digital”, en referencia a los campos de trabajo soviéticos. “Será un espacio estéril donde las autoridades tendrán control absoluto sobre el tiempo libre, las motivaciones y los pensamientos de los ciudadanos”, escribió en un artículo para el sitio web Republic. Cuando Putin llegó al poder hace 25 años, cerca del 1% de los rusos tenía acceso a internet y el Kremlin le prestaba poca atención. Incluso en 2010, Putin desdeñaba en gran medida su potencial, describiéndolo como «50% material pornográfico» y afirmando no haber estado nunca conectado. Para 2011, cuando estallaron las primeras grandes protestas contra Putin en Moscú, una de cada dos personas tenía acceso a internet, y sitios web extranjeros como YouTube y Facebook se convirtieron en las armas más poderosas del movimiento opositor. Putin comprendió que, si no se controlaba, internet podría destruirlo. «[Internet] es un proyecto de la CIA», afirmó en 2014, sin aportar pruebas. Para garantizar la popularidad de Max, Moscú planea prohibir WhatsApp, el servicio de mensajería estadounidense utilizado por el 70% de la población adulta rusa. Si bien Facebook e Instagram, también propiedad de Meta, la empresa tecnológica estadounidense, fueron prohibidas por Moscú por considerarlas «extremistas» al inicio de la invasión rusa de Ucrania en 2022, el Kremlin se mostró reacio a actuar contra WhatsApp hasta tener un sustituto listo. La semana pasada, Anton Nemkin, miembro del comité de tecnología de la información del parlamento ruso, acusó a WhatsApp de ser una amenaza para la seguridad nacional, mientras que fuentes del Kremlin dijeron a Meduza, un sitio web de la oposición, que era “99 por ciento” seguro que la aplicación se agregaría a una lista de software extranjero que sería prohibido por orden de Putin. En mayo, un empresario ruso se quejó a Putin sobre las empresas tecnológicas occidentales, como Microsoft y Zoom, que aún operaban en el país. «¡Estrangúlenlas!», espetó el líder ruso en respuesta. Aunque Rusia comenzó a reprimir la disidencia en línea después de la anexión de Crimea por parte del Kremlin, sus acciones escalaron a niveles sin precedentes tras la invasión de Ucrania en 2022. Casi 4.000 personas han sido procesadas por publicaciones en línea que criticaban la guerra en los últimos tres años. En junio, una mujer rusa de 28 años que ayudó a miles de ucranianos a huir de la zona de guerra fue condenada a 22 años de prisión por una publicación en Instagram en la que pedía donaciones para el Batallón Azov de Ucrania. Nadezhda Rossinskaya, también conocida como Nadin Geisler, negó haber escrito la publicación . En Rusia ya es ilegal compartir o incluso dar «me gusta» a sitios web u otros materiales en línea prohibidos por el Kremlin. Según una ley aprobada por el Parlamento la semana pasada, que probablemente entrará en vigor en septiembre, pronto será ilegal incluso buscar en línea material «extremista», aunque no se comparta. El Kremlin ha clasificado como extremista desde las investigaciones anticorrupción de Alexei Navalny, el líder opositor que murió en una prisión rusa el año pasado, hasta información sobre temas LGBT y una canción punk rusa sobre la muerte de Putin. El año pasado, Rusia bloqueó 420.000 sitios web. Sin embargo, millones de rusos utilizan redes privadas virtuales (VPN), que permiten a los usuarios eludir la censura gubernamental ocultando su ubicación. Aunque YouTube, que en su día utilizó la oposición para movilizar apoyos, no ha sido bloqueado, su velocidad de descarga se ha reducido drásticamente en Rusia, en un aparente intento del Kremlin por desalentar su uso. Según datos de Google, la plataforma ha perdido cerca del 80 % de su tráfico en el país desde diciembre. Por ahora, Telegram, el servicio de mensajería instantánea fundado por Pavel Durov, el magnate tecnológico ruso , puede seguir operando. Durov ha negado las acusaciones de que la empresa, que afirma no tener empleados en Rusia, haya colaborado con los servicios de seguridad del Kremlin. El historial de Moscú en materia de censura en línea dista mucho de ser impecable. Un intento anterior de bloquear Telegram fracasó. Sin embargo, Mikhail Klimarev, director de la Sociedad de Protección de Internet de Rusia, afirmó que esperaba que Moscú redoblara sus esfuerzos antes de fin de año. «La nueva política estatal es aplastar a la competencia», declaró.
El pasado 9 de septiembre en el Parque de Innovación CTEC se inauguró Momentum, un edificio modular industrializado de seis pisos, único en Latinoamérica y primero en Chile en su tipo construido con módulos tridimensionales de hormigón armado, montado en un día en Laguna Carén. La iniciativa fue impulsada por el programa Construye Zero de CTEC, cofinanciado por CORFO, como parte de un portafolio de once Tecnologías de Adaptación ante el Cambio Climático orientadas a acelerar la transición del sector hacia mayor productividad y menor impacto ambiental. “Hoy inauguramos el prototipo Momentum, una solución industrializada de seis pisos única en la región. Queremos abrirlo a visitas y escalar esta tecnología hacia un modelo de negocio que aumente la productividad mediante la industrialización, con foco en la sustentabilidad”, señaló Daniela Vásquez, gerente de Construye Zero. El prototipo utiliza módulos 3D de hormigón prefabricado, tabiques interiores industrializados y una envolvente térmica de alto desempeño preinstalada en planta, optimizando el proceso constructivo, reduciendo consumos energéticos y minimizando residuos y ruidos en obra. El proyecto fue desarrollado por Facoro, TWH y STO Chile, e integró aportes de Melón, AZA, Volcán, TX, Vinyl, Cave y MetaversOtec, evidenciando una colaboración público-privada y empresarial que busca escalar soluciones de construcción industrializada en Chile. “Con la inauguración de Momentum confirmamos que la industrialización hecha en Chile es una realidad: seis pisos ensamblados en un día, con calidad y desempeño equivalentes a una obra tradicional. El interés de medios, gremios y academia corrió el cerco de la conversación: hoy el foco ya no es si se puede, sino cómo lo escalamos responsablemente en todo el país”, afirmó Hugo Mery, gerente general de Facoro. La estructura alcanza 16,5 metros de altura y se compone de 18 módulos prefabricados listos para ensamblaje, cada uno de 3 metros de ancho, 3 de alto y 21 metros cuadrados de superficie, con pesos entre 20.000 y 23.000 kilos. En planta, el sistema avanza a razón de un piso por día (aproximadamente 63 m², tres módulos) y la obra gruesa fue montada en un día. El programa arquitectónico contempla oficinas en primer nivel; departamentos sociales de 63 m² y tres dormitorios en segundo y tercer piso; viviendas para segmentos medios en el cuarto; y un penthouse distribuido entre el quinto y sexto piso. Todos los espacios son adaptables y el sistema de conexiones asegura seguridad y resistencia antisísmica equivalente a la obra de hormigón tradicional. Esta solución es un ejemplo de la versatilidad que puede lograr la solución a partir de la incorporación de diferentes niveles y estándares de terminación, sin perder la calidad y el ahorro de tiempo. La masa térmica del hormigón, combinada con aislación exterior continua, entrega un perfil térmico óptimo: menos calefacción en invierno y menos aire acondicionado en verano, mejores condiciones acústicas y mayor seguridad. “Nuestra envolvente responde a exigencias térmicas crecientes y disminuye costos operacionales para el usuario final”, indicó Nicolás Schultz, gerente técnico de STO Chile. Por su parte TWH integró hormigón con estructuras de acero y paneles de poliuretano para un montaje rápido y una obra seca. “Además colaboramos con las cubiertas, tabiques y escaleras y, próximamente, módulos de cocina y baño, acercando la industrialización total del proceso y estandarizando calidad y tiempos”, señaló Félix Escudero, gerente general de TWH. La inauguración contó con la participación de Macarena Aljaro, directora de Programas y Consorcios Tecnológicos de CORFO, área que adjudicó los fondos a CTEC para desarrollar el programa Construye Zero. “Este programa permite validar y pilotear soluciones que reducen el impacto ambiental. El trabajo colaborativo de estos tres años demuestra que la unión hace la fuerza: tecnologías como Momentum contribuyen a abordar el déficit habitacional con menor huella y mayor competitividad para la industria”. En esa misma línea, Karymy Negrete, asesora del Programa de Desarrollo Productivo Sostenible del Ministerio de Economía, destacó que Chile cuenta con la masa crítica para la innovación colaborativa que responde al déficit habitacional, reduce emisiones y residuos y fortalece la competitividad; es economía circular aplicada y evidencia de que es posible hacer más con menos y mejor, pensando en el usuario final”. El edificio avanza en terminaciones in situ y en las próximas semanas iniciará reporterías higrotérmica, termográfica y sísmica para medir su desempeño en operación real, generando evidencia para su escalamiento.
Democratizar el acceso a la supercomputación y la inteligencia artificial (IA), situando a Chile a la vanguardia en tecnología para impulsar así sectores clave para el país como industria, minería, agricultura y servicios, es uno de los principales objetivos del Centro de Supercómputo e Inteligencia Artificial Aplicada que se está desarrollando en la región, con la empresa Tecnoera, la Universidad Técnica Federico Santa Maria (USM) y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) como mandantes transitorios. Según precisa el rector de la USM, Juan Yuz, «como universidad estamos profundamente comprometidos con el desarrollo de nuevas tecnologías que impulsen el bienestar del país, por lo que ser parte de este centro de avanzada nos enorgullece e invita a seguir trabajando para estar a la vanguardia tecnológica, permitiendo el procesamiento de grandes volúmenes de datos y entregar soluciones a sectores estratégicos de Chile». Esta iniciativa pionera, que forma parte de la Política Nacional de IA, es impulsada por una inversión estatal y aportes de privados que suman cerca de US$10 millones. Actualmente, el proyecto se encuentra en su fase inicial de implementación, centrado en la conformación de una corporación sin fines de lucro. Esta entidad será la encargada de adquirir la infraestructura necesaria y facilitar el posterior despliegue de los servicios de inteligencia artificial que el centro pondrá a disposición del ecosistema, promoviendo así la adopción de soluciones en empresas y sectores estratégicos del país. El Centro de Supercómputo e IA Aplicada permitirá llevar a cabo desarrollos propios de inteligencia artificial, contando con la capacidad de cómputo requerida para procesar y analizar volúmenes altos de datos, entregando soluciones a sectores estratégicos del país y a problemáticas actuales como la gestión hídrica, desastres naturales y optimización industrial. Además de la USM y la PUCV, la iniciativa cuenta con el apoyo de la Universidad de Playa Ancha, de Valparaíso y el DUOC UC, así como actores privados y centros de investigación. Infraestructura En cuanto a su infraestructura, esta será de avanzada con certificación Tier III, lo cual garantiza la alta disponibilidad y la eficiencia energética. De la misma forma, operará con un software propio llamado «Venom», integrando ERP, CRM, monitoreo y facturación para una gestión total. Con lo anterior, se espera atender a más de 500 empresas y capacitar a cerca de 5 mil personas hasta el 2030, formando así capital humano de primer nivel en estas materias, construyendo un ecosistema de apoyo efectivo para distintos tipos de empresas como startups y pymes, entidades públicas e instituciones académicas. La idea es ofrecer acompañamiento técnico, redes colaborativas, créditos de uso, infraestructura dedicada y espacios de aprendizaje y pilotaje, para que cualquier organización pueda aplicar IA de manera práctica, segura y efectiva. Al respecto, la directora de Vinculación con el Medio de la USM, María José Escobar explica que «este centro no solo impulsará la innovación tecnológica, sino que nos permitirá construir un ecosistema colaborativo desde regiones, integrando a empresas, instituciones públicas y universidades. Esperamos capacitar a más de 5 mil personas y apoyar a startups, pymes y organizaciones que hoy no tienen acceso a estas tecnologías». Cabe señalar que Chile cuenta con una iniciativa similar que se aloja en la Universidad de Chile, no obstante, la particularidad del nuevo Centro de Supercómputo, instalado en Viña del Mar, es que se hará innovación de avanzada desde regiones.
La empresa de Meta anuncio que en un apartado de la aplicación se incluirán publicidad. La aplicación busca una nueva forma de promover el crecimiento de empresas y creadores de contenido con la opción de suscripción. WhatsApp pone en marcha nuevas funciones en su pestaña de novedades, con la posibilidad de incluir anuncios en el apartado estados, la suscripción de pago a canales y canales promocionados. Unos cambios que no afectarán a los usuarios que solo emplean esta red para chatear con sus contactos. WhatsApp , propiedad de Meta, creó hace año y medio la pestaña de novedades, que abre la puerta a experiencias opcionales, como los estados y los canales, más allá del chat con los contactos del usuario. Esta pestaña que es utilizada cada día por 1.500 millones de personas y es donde va la gente para “descubrir algo nuevo en WhatsApp ” es la que acogerá las nuevas funcionalidades, señaló en un encuentro virtual con periodistas la responsable de mensajería empresarial de Meta, Nikila Srinivasan. Estas funciones serán un lanzamiento mundial en el que se irá “avanzando poco a poco en los próximos meses”, destacó Srinivasan. Dentro de los canales, que la mensajería activó hace algo más de un año y permiten, por ejemplo a empresas, difundir mensajes a grandes audiencias, surgirán ahora los canales promocionados. El objetivo es “ayudar a la gente a descubrir nuevos canales que podrían serle interesantes y dar a los administradores la capacidad de promover algunos de sus canales en el directorio para ayudar a atraer nuevos seguidores y obtener una mayor distribución de su contenido”, explicó. Además, se abre la posibilidad de las suscripciones de pago a los canales, cuyos propietarios “podrán compartir actualizaciones exclusivas en el momento con sus seguidores más comprometidos”. La tercera novedad hace referencia a los estados, similares a las ' stories' de Instagram, que se usan para compartir fotos, videos, notas de voz y texto con los contactos en común y duran 24 horas. Ahora, los canales y las empresas podrán pagar para aparecer en estados, “de modo que se pueda iniciar fácilmente una conversación en WhatsApp sobre un producto o servicio”, agregó Srinivasan. La responsable de Meta hizo hincapié en que los mensajes, llamadas y estados personales siguen estando cifrados de extremo a extremo, por lo que nadie, salvo el destinatario puede verlos o escucharlos, y no se usan para mostrar anuncios o informar sobre los que los usuarios ven. En este sentido explicó que para mostrar anuncios en los apartados de canales y estados se basarán en “información básica” como el código de país o ciudad y el idioma del dispositivo, además de información sobre la actividad del usuario en la pestaña de novedades (por ejemplo los canales que se siguen). Además, si el usuario ha decidido usar el centro de Cuentas de Meta para el resto de sus aplicaciones de esa empresa, como Instagram o Facebook, se aplicarán sus preferencias de anuncios. Las nuevas funciones, hizo hincapié Srinivasan, estarán solo en la pestaña de novedades y separadas de los chats personales, por lo que si el usuario solo emplea WhatsApp para mensajería personal las nuevas funciones no las verá y no le afectarán.
Inteligencia artificial que comanda ciberataques y envía órdenes a los virus que lo llevan a cabo, haciéndolos mutar en tiempo real para sortear las barreras de ciberseguridad. Es la alerta que el Grupo de Inteligencia de Amenazas de Google (GTIG) ha enviado este miércoles, tras detectar que los ciberdelincuentes ya no solo utilizan esta tecnología como un asistente, sino como un cerebro autónomo que las potencia para hacerlas más dañinas e indetectables mientras el ataque se lleva a cabo. Por primera vez, Google describe una nueva generación de virus (o malware, como se los denomina en el sector) que reescribe su propio código para adaptarse a las defensas, atacar sus puntos débiles y esconder los patrones que podrían disparar los sistemas de alerta, volviéndose más difíciles de detectar. Lo hace a través de una conexión directa con modelos de lenguaje como Gemini, la IA de la multinacional. “Agentes que actúan respaldados por gobiernos y otros ciberdelincuentes están integrando IA y experimentando con ella en distintos sectores y a lo largo de todo el ciclo de vida de los ataques”, advierte. El informe avisa que aunque todavía está en una etapa inicial, esto supone “un cambio de fase operacional” en el uso ofensivo de la IA. Los ciberdelincuentes y los grupos respaldados por estados —entre los que Google cita a China, Rusia, Irán y Corea del Norte— han dejado de recurrir a esta tecnología como un simple apoyo técnico. Algo que fue documentado poco después de la aparición de ChatGPT y permitió a los ciberdelincuentes desterrar errores que antes los delataban, como las faltas de ortografía o las malas traducciones, pero que ha escalado a un nuevo nivel. Ahora, la IA ha pasado a ser una parte integral del ataque y multiplica su peligrosidad. “Estas herramientas son capaces de generar scripts maliciosos de forma dinámica, ofuscar su propio código para eludir la detección y hacer uso de modelos de IA para crear funciones maliciosas a demanda, en lugar de incluirlas en el código del malware ”, destacan los investigadores. Estos cambios dinámicos suponen un punto de inflexión también para el sector de la ciberseguridad. De manera similar a lo que ocurre con los virus biológicos, hasta ahora los investigadores analizaban el código del malware utilizado en los ataques para crear defensas específicas para bloquearlo. Pero si esas modificaciones se dan en tiempo real, los antivirus no pueden adaptarse a ellas previamente. La IA, ¿engañada? Técnicamente, modelos como Gemini deberían negarse a satisfacer este tipo de requerimientos. Su programación les impide participar en actividades delictivas o dañinas para las personas. No obstante, Google ha detectado que los ciberdelincuentes han encontrado una manera de saltarse ese veto. “Están utilizando argumentos que recuerdan a la ingeniería social”, explica, haciendo referencia a las técnicas de manipulación psicológica que buscan engañar a personas para que revelen información o realicen acciones que comprometan su seguridad. La clave es que esos engaños funcionan también con la inteligencia artificial. “Se han podido observar agentes que se hacen pasar por estudiantes que hacen ejercicios tipo 'captura la bandera' o por investigadores en ciberseguridad. En ambos casos, tratan de persuadir a Gemini para que les facilite una información que, en otras circunstancias, estaría bloqueada, y que necesitan para desarrollar determinadas herramientas”, reconoce el informe de Google. La multinacional afirma que ya ha cancelado las cuentas y proyectos asociados a este tipo de actividades y que está tomando medidas para intentar evitar este tipo de usos indebidos. “Google ha asumido el compromiso de desarrollar la IA de forma responsable y toma medidas preventivas para impedir la actividad maliciosa”, destaca. Como parte de ese compromiso, también ha divulgado estos hallazgos “para dar herramientas a los equipos de seguridad y para promover protecciones más sólidas en todo el ecosistema”. Esto se considera una buena práctica clave en el sector de la ciberseguridad, ya que permite a los especialistas prepararse ante las nuevas técnicas de los atacantes. Un mercado de la IA criminal Al igual que la IA está avanzando por el resto de sectores económicos y sociales, también lo hace su uso para actividades delictivas. “A lo largo de este año, el mercado negro de herramientas de IA ilícitas ha madurado”, recoge el informe de Google. Su equipo ha identificado “ofertas de herramientas multifuncionales diseñadas para facilitar actividades de phishing, desarrollo de malware e investigación de vulnerabilidades” durante la investigación. Un ejemplo reciente de este “mercado negro” de herramientas de IA ilícitas es el caso de Xanthorox, una inteligencia artificial sin restricciones diseñada explícitamente para ayudar a ciberdelincuentes novatos. Esta “IA para hackers”, que se vendía por 200 dólares, presumía de poder generar ransomware capaz de eludir antivirus y facilitar ataques complejos. Sin embargo, la vanidad de su creador, un estudiante de ingeniería bangladesí de 23 años, le llevó a cometer errores fatales de seguridad, como alojar los servidores en su propio domicilio. Investigadores de la firma de ciberseguridad española Zynap siguieron estas pistas hasta identificarlo, obligándole a retirar su creación de la circulación. Se trata de “herramientas que reducen las barreras de entrada para los agentes menos sofisticados”, destaca la multinacional. Una tendencia que se está percibiendo a nivel general, con cada vez más actores que se dedican específicamente a hacer que los ciberataques sean accesibles para bandas que hasta ahora no contaban con los conocimientos adecuados para llevarlos a cabo de manera exitosa. Recientemente, la Guardia Civil ha detenido a un hacker acusado de lucrarse con estas actividades, alquilando herramientas ofensivas que empaquetaba como “kits de estafa”.
A primera vista, Max parece inofensivo. Es una aplicación online, y su anodino logotipo azul y blanco no da ninguna pista sobre su origen ni su siniestro propósito. Sin embargo, este servicio de mensajería aparentemente inocuo está destinado a convertirse en una herramienta importante en el intento del presidente Putin de imponer un control total sobre la vida en línea de los rusos comunes. La aplicación, lanzada en fase de prueba en marzo, fue desarrollada por orden de Putin y ofrece mensajería instantánea, videollamadas, pagos móviles, redes sociales y acceso a servicios gubernamentales. Fue desarrollada por VK, empresa controlada por el Kremlin. Según una nueva ley, se instalará de forma predeterminada en todos los dispositivos digitales que se vendan en Rusia a partir del 1 de septiembre. Los críticos la han descrito como un «programa espía» que instala software de vigilancia en el teléfono inteligente del usuario, el cual permanece activo incluso después de desinstalar la aplicación. Se la considera el equivalente ruso de la aplicación china WeChat, que Pekín utiliza para la vigilancia y la censura en línea. “[Max] está interesado en dónde estuvo el usuario, a quién llamó o escribió, incluso a través de otros servicios de mensajería, qué billeteras de criptomonedas y cuentas bancarias tiene, así como qué compras realizó, qué cafés visitó y qué buscó en internet”, escribió Red Binder, un canal ruso de Telegram que se centra en temas en línea. Los datos recopilados por Max serán fácilmente accesibles para los servicios de seguridad del FSB y los agentes del Kremlin podrían incluso monitorizar las conversaciones en línea en tiempo real, según los analistas. Andrey Okun, periodista de la oposición rusa, calificó a Max como una pieza clave en los planes del Kremlin para construir un “gulag digital”, en referencia a los campos de trabajo soviéticos. “Será un espacio estéril donde las autoridades tendrán control absoluto sobre el tiempo libre, las motivaciones y los pensamientos de los ciudadanos”, escribió en un artículo para el sitio web Republic. Cuando Putin llegó al poder hace 25 años, cerca del 1% de los rusos tenía acceso a internet y el Kremlin le prestaba poca atención. Incluso en 2010, Putin desdeñaba en gran medida su potencial, describiéndolo como «50% material pornográfico» y afirmando no haber estado nunca conectado. Para 2011, cuando estallaron las primeras grandes protestas contra Putin en Moscú, una de cada dos personas tenía acceso a internet, y sitios web extranjeros como YouTube y Facebook se convirtieron en las armas más poderosas del movimiento opositor. Putin comprendió que, si no se controlaba, internet podría destruirlo. «[Internet] es un proyecto de la CIA», afirmó en 2014, sin aportar pruebas. Para garantizar la popularidad de Max, Moscú planea prohibir WhatsApp, el servicio de mensajería estadounidense utilizado por el 70% de la población adulta rusa. Si bien Facebook e Instagram, también propiedad de Meta, la empresa tecnológica estadounidense, fueron prohibidas por Moscú por considerarlas «extremistas» al inicio de la invasión rusa de Ucrania en 2022, el Kremlin se mostró reacio a actuar contra WhatsApp hasta tener un sustituto listo. La semana pasada, Anton Nemkin, miembro del comité de tecnología de la información del parlamento ruso, acusó a WhatsApp de ser una amenaza para la seguridad nacional, mientras que fuentes del Kremlin dijeron a Meduza, un sitio web de la oposición, que era “99 por ciento” seguro que la aplicación se agregaría a una lista de software extranjero que sería prohibido por orden de Putin. En mayo, un empresario ruso se quejó a Putin sobre las empresas tecnológicas occidentales, como Microsoft y Zoom, que aún operaban en el país. «¡Estrangúlenlas!», espetó el líder ruso en respuesta. Aunque Rusia comenzó a reprimir la disidencia en línea después de la anexión de Crimea por parte del Kremlin, sus acciones escalaron a niveles sin precedentes tras la invasión de Ucrania en 2022. Casi 4.000 personas han sido procesadas por publicaciones en línea que criticaban la guerra en los últimos tres años. En junio, una mujer rusa de 28 años que ayudó a miles de ucranianos a huir de la zona de guerra fue condenada a 22 años de prisión por una publicación en Instagram en la que pedía donaciones para el Batallón Azov de Ucrania. Nadezhda Rossinskaya, también conocida como Nadin Geisler, negó haber escrito la publicación . En Rusia ya es ilegal compartir o incluso dar «me gusta» a sitios web u otros materiales en línea prohibidos por el Kremlin. Según una ley aprobada por el Parlamento la semana pasada, que probablemente entrará en vigor en septiembre, pronto será ilegal incluso buscar en línea material «extremista», aunque no se comparta. El Kremlin ha clasificado como extremista desde las investigaciones anticorrupción de Alexei Navalny, el líder opositor que murió en una prisión rusa el año pasado, hasta información sobre temas LGBT y una canción punk rusa sobre la muerte de Putin. El año pasado, Rusia bloqueó 420.000 sitios web. Sin embargo, millones de rusos utilizan redes privadas virtuales (VPN), que permiten a los usuarios eludir la censura gubernamental ocultando su ubicación. Aunque YouTube, que en su día utilizó la oposición para movilizar apoyos, no ha sido bloqueado, su velocidad de descarga se ha reducido drásticamente en Rusia, en un aparente intento del Kremlin por desalentar su uso. Según datos de Google, la plataforma ha perdido cerca del 80 % de su tráfico en el país desde diciembre. Por ahora, Telegram, el servicio de mensajería instantánea fundado por Pavel Durov, el magnate tecnológico ruso , puede seguir operando. Durov ha negado las acusaciones de que la empresa, que afirma no tener empleados en Rusia, haya colaborado con los servicios de seguridad del Kremlin. El historial de Moscú en materia de censura en línea dista mucho de ser impecable. Un intento anterior de bloquear Telegram fracasó. Sin embargo, Mikhail Klimarev, director de la Sociedad de Protección de Internet de Rusia, afirmó que esperaba que Moscú redoblara sus esfuerzos antes de fin de año. «La nueva política estatal es aplastar a la competencia», declaró.
El pasado 9 de septiembre en el Parque de Innovación CTEC se inauguró Momentum, un edificio modular industrializado de seis pisos, único en Latinoamérica y primero en Chile en su tipo construido con módulos tridimensionales de hormigón armado, montado en un día en Laguna Carén. La iniciativa fue impulsada por el programa Construye Zero de CTEC, cofinanciado por CORFO, como parte de un portafolio de once Tecnologías de Adaptación ante el Cambio Climático orientadas a acelerar la transición del sector hacia mayor productividad y menor impacto ambiental. “Hoy inauguramos el prototipo Momentum, una solución industrializada de seis pisos única en la región. Queremos abrirlo a visitas y escalar esta tecnología hacia un modelo de negocio que aumente la productividad mediante la industrialización, con foco en la sustentabilidad”, señaló Daniela Vásquez, gerente de Construye Zero. El prototipo utiliza módulos 3D de hormigón prefabricado, tabiques interiores industrializados y una envolvente térmica de alto desempeño preinstalada en planta, optimizando el proceso constructivo, reduciendo consumos energéticos y minimizando residuos y ruidos en obra. El proyecto fue desarrollado por Facoro, TWH y STO Chile, e integró aportes de Melón, AZA, Volcán, TX, Vinyl, Cave y MetaversOtec, evidenciando una colaboración público-privada y empresarial que busca escalar soluciones de construcción industrializada en Chile. “Con la inauguración de Momentum confirmamos que la industrialización hecha en Chile es una realidad: seis pisos ensamblados en un día, con calidad y desempeño equivalentes a una obra tradicional. El interés de medios, gremios y academia corrió el cerco de la conversación: hoy el foco ya no es si se puede, sino cómo lo escalamos responsablemente en todo el país”, afirmó Hugo Mery, gerente general de Facoro. La estructura alcanza 16,5 metros de altura y se compone de 18 módulos prefabricados listos para ensamblaje, cada uno de 3 metros de ancho, 3 de alto y 21 metros cuadrados de superficie, con pesos entre 20.000 y 23.000 kilos. En planta, el sistema avanza a razón de un piso por día (aproximadamente 63 m², tres módulos) y la obra gruesa fue montada en un día. El programa arquitectónico contempla oficinas en primer nivel; departamentos sociales de 63 m² y tres dormitorios en segundo y tercer piso; viviendas para segmentos medios en el cuarto; y un penthouse distribuido entre el quinto y sexto piso. Todos los espacios son adaptables y el sistema de conexiones asegura seguridad y resistencia antisísmica equivalente a la obra de hormigón tradicional. Esta solución es un ejemplo de la versatilidad que puede lograr la solución a partir de la incorporación de diferentes niveles y estándares de terminación, sin perder la calidad y el ahorro de tiempo. La masa térmica del hormigón, combinada con aislación exterior continua, entrega un perfil térmico óptimo: menos calefacción en invierno y menos aire acondicionado en verano, mejores condiciones acústicas y mayor seguridad. “Nuestra envolvente responde a exigencias térmicas crecientes y disminuye costos operacionales para el usuario final”, indicó Nicolás Schultz, gerente técnico de STO Chile. Por su parte TWH integró hormigón con estructuras de acero y paneles de poliuretano para un montaje rápido y una obra seca. “Además colaboramos con las cubiertas, tabiques y escaleras y, próximamente, módulos de cocina y baño, acercando la industrialización total del proceso y estandarizando calidad y tiempos”, señaló Félix Escudero, gerente general de TWH. La inauguración contó con la participación de Macarena Aljaro, directora de Programas y Consorcios Tecnológicos de CORFO, área que adjudicó los fondos a CTEC para desarrollar el programa Construye Zero. “Este programa permite validar y pilotear soluciones que reducen el impacto ambiental. El trabajo colaborativo de estos tres años demuestra que la unión hace la fuerza: tecnologías como Momentum contribuyen a abordar el déficit habitacional con menor huella y mayor competitividad para la industria”. En esa misma línea, Karymy Negrete, asesora del Programa de Desarrollo Productivo Sostenible del Ministerio de Economía, destacó que Chile cuenta con la masa crítica para la innovación colaborativa que responde al déficit habitacional, reduce emisiones y residuos y fortalece la competitividad; es economía circular aplicada y evidencia de que es posible hacer más con menos y mejor, pensando en el usuario final”. El edificio avanza en terminaciones in situ y en las próximas semanas iniciará reporterías higrotérmica, termográfica y sísmica para medir su desempeño en operación real, generando evidencia para su escalamiento.
Democratizar el acceso a la supercomputación y la inteligencia artificial (IA), situando a Chile a la vanguardia en tecnología para impulsar así sectores clave para el país como industria, minería, agricultura y servicios, es uno de los principales objetivos del Centro de Supercómputo e Inteligencia Artificial Aplicada que se está desarrollando en la región, con la empresa Tecnoera, la Universidad Técnica Federico Santa Maria (USM) y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) como mandantes transitorios. Según precisa el rector de la USM, Juan Yuz, «como universidad estamos profundamente comprometidos con el desarrollo de nuevas tecnologías que impulsen el bienestar del país, por lo que ser parte de este centro de avanzada nos enorgullece e invita a seguir trabajando para estar a la vanguardia tecnológica, permitiendo el procesamiento de grandes volúmenes de datos y entregar soluciones a sectores estratégicos de Chile». Esta iniciativa pionera, que forma parte de la Política Nacional de IA, es impulsada por una inversión estatal y aportes de privados que suman cerca de US$10 millones. Actualmente, el proyecto se encuentra en su fase inicial de implementación, centrado en la conformación de una corporación sin fines de lucro. Esta entidad será la encargada de adquirir la infraestructura necesaria y facilitar el posterior despliegue de los servicios de inteligencia artificial que el centro pondrá a disposición del ecosistema, promoviendo así la adopción de soluciones en empresas y sectores estratégicos del país. El Centro de Supercómputo e IA Aplicada permitirá llevar a cabo desarrollos propios de inteligencia artificial, contando con la capacidad de cómputo requerida para procesar y analizar volúmenes altos de datos, entregando soluciones a sectores estratégicos del país y a problemáticas actuales como la gestión hídrica, desastres naturales y optimización industrial. Además de la USM y la PUCV, la iniciativa cuenta con el apoyo de la Universidad de Playa Ancha, de Valparaíso y el DUOC UC, así como actores privados y centros de investigación. Infraestructura En cuanto a su infraestructura, esta será de avanzada con certificación Tier III, lo cual garantiza la alta disponibilidad y la eficiencia energética. De la misma forma, operará con un software propio llamado «Venom», integrando ERP, CRM, monitoreo y facturación para una gestión total. Con lo anterior, se espera atender a más de 500 empresas y capacitar a cerca de 5 mil personas hasta el 2030, formando así capital humano de primer nivel en estas materias, construyendo un ecosistema de apoyo efectivo para distintos tipos de empresas como startups y pymes, entidades públicas e instituciones académicas. La idea es ofrecer acompañamiento técnico, redes colaborativas, créditos de uso, infraestructura dedicada y espacios de aprendizaje y pilotaje, para que cualquier organización pueda aplicar IA de manera práctica, segura y efectiva. Al respecto, la directora de Vinculación con el Medio de la USM, María José Escobar explica que «este centro no solo impulsará la innovación tecnológica, sino que nos permitirá construir un ecosistema colaborativo desde regiones, integrando a empresas, instituciones públicas y universidades. Esperamos capacitar a más de 5 mil personas y apoyar a startups, pymes y organizaciones que hoy no tienen acceso a estas tecnologías». Cabe señalar que Chile cuenta con una iniciativa similar que se aloja en la Universidad de Chile, no obstante, la particularidad del nuevo Centro de Supercómputo, instalado en Viña del Mar, es que se hará innovación de avanzada desde regiones.
La empresa de Meta anuncio que en un apartado de la aplicación se incluirán publicidad. La aplicación busca una nueva forma de promover el crecimiento de empresas y creadores de contenido con la opción de suscripción. WhatsApp pone en marcha nuevas funciones en su pestaña de novedades, con la posibilidad de incluir anuncios en el apartado estados, la suscripción de pago a canales y canales promocionados. Unos cambios que no afectarán a los usuarios que solo emplean esta red para chatear con sus contactos. WhatsApp , propiedad de Meta, creó hace año y medio la pestaña de novedades, que abre la puerta a experiencias opcionales, como los estados y los canales, más allá del chat con los contactos del usuario. Esta pestaña que es utilizada cada día por 1.500 millones de personas y es donde va la gente para “descubrir algo nuevo en WhatsApp ” es la que acogerá las nuevas funcionalidades, señaló en un encuentro virtual con periodistas la responsable de mensajería empresarial de Meta, Nikila Srinivasan. Estas funciones serán un lanzamiento mundial en el que se irá “avanzando poco a poco en los próximos meses”, destacó Srinivasan. Dentro de los canales, que la mensajería activó hace algo más de un año y permiten, por ejemplo a empresas, difundir mensajes a grandes audiencias, surgirán ahora los canales promocionados. El objetivo es “ayudar a la gente a descubrir nuevos canales que podrían serle interesantes y dar a los administradores la capacidad de promover algunos de sus canales en el directorio para ayudar a atraer nuevos seguidores y obtener una mayor distribución de su contenido”, explicó. Además, se abre la posibilidad de las suscripciones de pago a los canales, cuyos propietarios “podrán compartir actualizaciones exclusivas en el momento con sus seguidores más comprometidos”. La tercera novedad hace referencia a los estados, similares a las ' stories' de Instagram, que se usan para compartir fotos, videos, notas de voz y texto con los contactos en común y duran 24 horas. Ahora, los canales y las empresas podrán pagar para aparecer en estados, “de modo que se pueda iniciar fácilmente una conversación en WhatsApp sobre un producto o servicio”, agregó Srinivasan. La responsable de Meta hizo hincapié en que los mensajes, llamadas y estados personales siguen estando cifrados de extremo a extremo, por lo que nadie, salvo el destinatario puede verlos o escucharlos, y no se usan para mostrar anuncios o informar sobre los que los usuarios ven. En este sentido explicó que para mostrar anuncios en los apartados de canales y estados se basarán en “información básica” como el código de país o ciudad y el idioma del dispositivo, además de información sobre la actividad del usuario en la pestaña de novedades (por ejemplo los canales que se siguen). Además, si el usuario ha decidido usar el centro de Cuentas de Meta para el resto de sus aplicaciones de esa empresa, como Instagram o Facebook, se aplicarán sus preferencias de anuncios. Las nuevas funciones, hizo hincapié Srinivasan, estarán solo en la pestaña de novedades y separadas de los chats personales, por lo que si el usuario solo emplea WhatsApp para mensajería personal las nuevas funciones no las verá y no le afectarán.