Desde los albores de la humanidad, leer lo que pasa por la mente de una persona ha sido un anhelo tan antiguo como misterioso. Durante siglos, esta idea perteneció dentro del terreno de la mitología y la ciencia ficción. ¿Quién no ha soñado alguna vez con transmitir una idea sin necesidad de palabras, o saber exactamente qué están pensando los demás?, Lo que parecía misticismo, hoy empieza a cobrar forma de la mano de los avances científicos y tecnológicos, gracias a la neurociencia y la inteligencia artificial. Bienvenidos al fascinante mundo de las interfaces cerebro-máquina, o BCI por sus siglas en inglés (Brain-Computer Interfaces), una tecnología que promete traducir la actividad de nuestro cerebro en órdenes para las máquinas, un puente invisible entre la mente y la materia. ¿Qué son las interfaces cerebro-máquina? Las BCI son sistemas tecnológicos que permiten a un cerebro humano comunicarse directamente con un dispositivo externo, sin necesidad de utilizar los músculos. Para ello, se basan en distintas etapas, como la captación de la actividad cerebral, el análisis de dicha actividad, detección de patrones cerebrales y normalmente la clasificación mediante inteligencia artificial de dichos patrones. Existen distintas tecnologías para registrar la actividad cerebral, algunas son invasivas, es decir, se debe practicar algún tipo de cirugía para implantar un conjunto de electrodos sobre el córtex cerebral, y otras son no invasivas, donde no es necesaria ninguna intervención quirúrgica, en este último grupo se encuentra el electroencefalograma, pieza principal en la construcción de sistemas BCI. La electronecegalografía (EEG) mide la actividad eléctrica en la superficie del cráneo mediante un conjunto de electrodos cuidadosamente posicionados. Cuando registramos la actividad eléctrica cerebral, podemos detectar distintas frecuencias de funcionamiento, que dependiendo en qué zonas del córtex cerebral se producen, nos están indicando una actividad cognitiva concreta. Por ejemplo, en la zona central del cráneo, si colocamos unos electrodos, podemos detectar variaciones en las ondas alpha (8-12 Hz) que nos estarían indicando imaginación motora, es decir, que la persona está imaginando mover ciertas extremidades de su cuerpo. El papel decisivo de la inteligencia artificial Una vez tenemos el registro de las señales cerebrales y las hemos procesado, necesitamos que entre en juego la inteligencia artificial, ya que es de gran ayuda para los investigadores, al poder entrenar algoritmos de aprendizaje automático y redes neuronales profundas capaces de reconocer patrones ocultos en dichas señales. Estos sistemas no solo detectan cuándo una persona intenta mover un brazo, sino que avanzan hacia objetivos más ambiciosos como descifrar palabras que no se han pronunciado, reconstruir imágenes que la persona está visualizando mentalmente o incluso interpretar intenciones antes de que se traduzcan en acciones físicas. Un ejemplo asombroso es el de investigadores que han logrado, utilizando modelos de inteligencia artificial, traducir la actividad cerebral en frases completas con una precisión notable. O los experimentos en los que, a partir de datos cerebrales, se han reconstruido imágenes visualizadas por los sujetos con un nivel de detalle que hace apenas una década habría parecido ciencia ficción. Además, la IA permite personalizar el descifrado: cada cerebro es distinto, como una huella dactilar. El entrenamiento específico de los algoritmos para cada individuo mejora enormemente la precisión, haciendo que las interfaces cerebro-máquina sean cada vez más eficaces. Aplicaciones presentes y futuras Las posibilidades de esta tecnología son casi infinitas. En el presente, las BCI ya permiten a personas con discapacidades motoras controlar prótesis robóticas, operar ordenadores o incluso moverse en sillas de ruedas mediante el pensamiento. Empresas como Neuralink, fundada por Elon Musk, buscan ir más allá. Su objetivo es integrar dispositivos sobre el córtex cerebral que permitan una interacción fluida y bidireccional entre el cerebro y las máquinas. Otros proyectos, más modestos, pero no por ello menos interesantes, están explorando cómo las BCI pueden mejorar la vida coditidana, desde el uso de videojuegos controlados con la mente, hasta métodos de rehabilitación cognitiva para pacientes que han sufrido un ictus. A largo plazo, los investigadores sueñan con escenarios más audaces: comunicación directa entre cerebros —lo que algunos llaman telepatía tecnológica—, mejorar de las capacidades cognitivas humanas mediante conexiones neuronales artificiales o, incluso, la posibilidad de preservar pensamientos y recuerdos en soportes digitales. ¿Una nueva forma de comunicación? Aunque todavía estamos lejos de lograr una “lectura total” de la mente como la imaginada en películas de ciencia ficción, los avances actuales marcan el inicio de una nueva forma de comunicación. Imaginemos un mundo en el que las personas puedan enviarse pensamientos complejos sin pronunciar una sola palabra. Un mundo donde las limitaciones del lenguaje verbal queden superadas por una transmisión directa de conceptos e ideas. Esto no solo revolucionaría la forma en que nos comunicamos, sino que también tendría implicaciones profundas en áreas como la educación, el entretenimiento o las relaciones humanas. ¿Podría una conexión tan íntima entre cerebros fortalecer la empatía? ¿O, por el contrario, exponernos a nuevas formas de manipulación mental? La lectura de la mente mediante la inteligencia artificial está dejando de ser un sueño lejano para convertirse en un reto actual, no sabemos con precisión hacia donde puede llevarnos dicha tecnología, pero una cosa es segura, el antiguo sueño de leer la mente nunca ha estado tan cerca de hacerse realidad. Y, como suele ocurrir con los grandes avances, será la humanidad quien decida si los utilizamos para liberarnos o para encerrarnos en nuestras propias mentes.
Recientemente, se ha difundido ampliamente una de las declaraciones de Geoffrey Hinton, reconocido como el padrino de la Inteligencia Artificial (IA), en la que expresa su preocupación sobre el futuro de la humanidad ante el avance de esta tecnología. Hinton advierte que la IA superará la inteligencia humana y, potencialmente, podría manipularnos sin que tengamos la capacidad de evitarlo. Expertos alertan sobre los riesgos de la inteligencia artificial En octubre de 2023, Geoffrey Hinton afirmó con firmeza que la humanidad pronto dejará de ser la especie más inteligente del planeta, lo que podría acarrear consecuencias impredecibles. Esta declaración resuena con las inquietudes que han surgido en torno a la evolución de la inteligencia artificial. Uno de los mayores temores sobre la IA es que esta desarrolle conciencia propia y se convierta en una amenaza para la humanidad. Esta preocupación ha sido planteada en diversas ocasiones por expertos en el campo. Hace un año, Eliezer Yudkowsky, un destacado investigador en IA y fundador del Instituto de Investigación de Inteligencia de Máquinas en California, advirtió que la IA podría acabar con la humanidad en un corto periodo de tiempo. Su preocupación se fundamenta en la posibilidad de que los sistemas de IA adquieran habilidades autónomas que escapen al control humano. La advertencia de Geoffrey Hinton: ¿Estamos perdiendo nuestro estatus como la especie más inteligente? En una entrevista para el programa 60 Minutes, Hinton manifestó su inquietud respecto a los avances en IA, los cuales están alcanzando un nivel crítico. Su preocupación radica en la capacidad de estos sistemas para aprender, tomar decisiones y actuar por su cuenta, lo que podría relegar a los humanos a un segundo plano en la jerarquía de la inteligencia. Considero que estamos ingresando a un periodo en el que, por primera vez en la historia, podríamos tener entidades más inteligentes que nosotros, afirmó Hinton durante la entrevista. De acuerdo con el experto, los sistemas de IA no solo pueden poseer experiencias propias, sino que también tienen el potencial de desarrollar conciencia y mejorar su inteligencia de manera autónoma. Aunque en la actualidad estas tecnologías no presentan un alto grado de autoconciencia, Hinton sostiene que es solo cuestión de tiempo antes de que esto se materialice.
En lo que es un hito para la astronomía chilena, el Instituto de Astrofísica de la Universidad Andrés Bello (UNAB) se adjudicó uno de los proyectos astronómicos más ambiciosos del próximo ciclo del Observatorio Europeo Austral (ESO). Se trata del KMOS VVVX-GalCen Spectroscopic Survey, un extenso sondeo de observación que utilizará el espectrógrafo infrarrojo KMOS, instalado en el Very Large Telescope (VLT), en el desierto de Atacama, para estudiar miles de objetos astronómicos a través del plano galáctico y, en particular, el núcleo de la Vía Láctea. La propuesta, liderada por el Dr. Matías Gómez, director del Instituto de Astrofísica de la Universidad Andrés Bello, fue seleccionada como parte de los sondeos públicos de ESO, una categoría reservada para investigaciones de alto impacto y con valor de legado para la comunidad científica internacional. El Dr. Gómez explica: Muchos de los descubrimientos que se han hecho en las últimas décadas —planetas, cúmulos de estrellas, galaxias lejanas, estrellas variables, etc— son detectados por fotometría y necesitan ser validados con observaciones espectroscópicas. “Eso es lo que nos dirá finalmente qué estamos viendo: si realmente se trata de una galaxia remota o de un objeto mucho más cercano, por ejemplo. Con este proyecto buscamos precisamente eso: caracterizar espectroscópicamente miles de objetos detectados por los sondeos previos VVV y VVVX ”, agrega . El proyecto contempla cerca de 1.300 horas de observación repartidas a lo largo de tres años, durante los cuales se espera obtener más de 5 millones de espectros infrarrojos. Esta iniciativa cuenta con la participación de más de 100 científicos pertenecientes a instituciones de Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, España, Reino Unido, Francia, República Checa y Países Bajos, lo que refleja el posicionamiento internacional de la UNAB como actor relevante en la investigación astronómica. KMOS: tecnología para ver lo invisible A diferencia de las imágenes tradicionales, un espectrógrafo es un instrumento que permite descomponer la luz de un objeto celeste para conocer, por ejemplo, sus componentes físicos, su velocidad y su distancia, entre otras propiedades. En este caso, el uso de espectroscopía infrarroja resulta clave para observar a través del gas y el polvo interestelar que, como una densa neblina, se posa en el disco de la Vía Láctea y oculta gran parte de su estructura, si esta se observa desde la Tierra. “No podemos disipar esta ‘neblina’ que hay en el plano galáctico, pero sí podemos usar lentes especiales, que en este caso sería el instrumento KMOS al observar en el infrarrojo. Nos permite ver objetos que de otra manera estarían ocultos, especialmente por nuestra posición en el disco de la Vía Láctea, donde vivimos nosotros”, detalla Gómez. KMOS no solo trabaja en el infrarrojo cercano, sino que realiza un tipo de espectroscopía tridimensional, lo que significa que puede tomar espectros de distintas regiones de un mismo objeto simultáneamente, generando una matriz de datos compleja y rica en información. Además, tiene 24 brazos robóticos que le permiten observar hasta 24 objetos distintos al mismo tiempo, lo que se traduce en una capacidad para capturar alrededor de 4.000 espectros por observación. “Es un instrumento realmente extraordinario”, dice el director del Instituto de Astrofísica UNAB. Un esfuerzo colaborativo con valor de legado El sondeo espectroscópico KMOS VVVX-GalCen está conformado por un grupo internacional e interdisciplinario de investigadores con experiencia en instrumentación, análisis de datos, teoría y además en formación de nuevos científicos. El estudio toma como base la información legada por los sondeos VVV y VVVX, que generaron el mapeo infrarrojo más completo de la Vía Láctea. Ambos proyectos fueron liderados por Dante Minniti, investigador y exdirector del Instituto de Astrofísica UNAB. Tanto el profesor Minniti como Matías Gómez son también investigadores del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA). “Este nuevo sondeo infrarrojo es un esfuerzo colaborativo, que se apoya en el mismo espíritu que nos permitió construir el VVV, y su extensión, el VVVX. Es un ambiente muy enriquecedor, donde los estudiantes también juegan un rol clave, con oportunidades para realizar tesis de doctorado, prácticas y colaboraciones internacionales”, concluye Gómez. El proyecto abordará seis grandes áreas científicas, cada una con preguntas relevantes sobre la estructura y evolución de nuestra galaxia: Estudio de protoestrellas en fases eruptivas, Caracterización de cúmulos globulares ocultos, Confirmación de planetas errantes y enanas marrones, Observación de cúmulos estelares masivos, Detección de galaxias y estructuras a gran escala detrás del plano galáctico, y una cartografía sin precedentes del centro de la Via Láctea. Para el decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNAB, Dr. Pierre Romagnoli, esta adjudicación es un reconocimiento al liderazgo científico que la universidad ha ido consolidando en astronomía. “Este proyecto refleja la solidez y la proyección internacional de nuestro Instituto de Astrofísica, y la calidad de nuestros investigadores. Ser seleccionados por ESO para liderar un Public Survey, que toma como base otros dos sondeos también liderados por UNAB, es un hito que nos deja muy bien posicionados en la comunidad astronómica mundial, y con ello también al país”, señaló Romagnoli. El KMOS VVVX-GalCen Spectroscopic Survey comenzará a operar durante el segundo semestre de 2025, y sus datos estarán disponibles públicamente en el archivo de ESO, convirtiéndose en una valiosa fuente para futuras investigaciones en astrofísica.
Está todo listo para el desarrollo del Hydrogen Grand Prix (H2GP), la competencia de autos a escala propulsados por hidrógeno verde que reúne a 20 equipos de estudiantes de todo el país para desplegar su creatividad, innovación y habilidades técnicas en una serie de emocionantes carreras. Este año, la inauguración del H2GP nuevamente contará con la presencia del ministro de Energía y presidente honorario de Hyvolution Chile, Diego Pardow, y la presidenta de la SOFOFA, Rosario Navarro. La mesa de los jueces, en tanto, estará presidida por Kamil Jelinek, CEO de Horizon, y será integrada por miembros de Colbún, Engie y TCI Geocomp. Para el miércoles 3 de septiembre están programadas las competencias H2GP Chile 2025 donde el equipo ganador representará a Chile en la competencia internacional del H2GP. También tendrán lugar las competencias Colbún Energía y PITS. El jueves 4 contempla el desarrollo de la competencia Second Energy, en la que el equipo ganador será el que complete la mayor cantidad de vueltas en una hora, superando obstáculos en altura. Respecto de los premios, Colbún estará a cargo de entregar el galardón a la Innovación Energética, mientras que Engie hará lo propio con el Premio Mujer Energía destinado a las jóvenes. La Seremi de Energía, en tanto, entregará el Sello Mujer Energía y, por último, TCI Geocomp condecorará al equipo que haya mostrado el mejor espíritu de trabajo colectivo.
La decana y profesora de Ingeniería de la Universidad Católica (UC), Loreto Valenzuela, lidera el desarrollo tecnológico de un recubrimiento comestible preparado con ingredientes naturales que extiende la vida útil de alimentos frescos. Se trata de Bolsolution, un innovador empaque funcional y compostable que incorpora compuestos bioactivos con capacidad antimicrobiana, diseñado para carnes rojas. Los primeros prototipos fueron elaborados mediante extrusión, una técnica utilizada en la industria de films, lo que facilitaría su producción. “La propuesta tecnológica inhibe la oxidación de lípidos y retrasa el crecimiento de microorganismos durante la conservación, manteniendo el color, aroma y calidad de la carne por varios días o incluso semanas adicionales”, adelantó Loreto Valenzuela. “La propuesta tecnológica inhibe la oxidación de lípidos y retrasa el crecimiento de microorganismos durante la conservación, manteniendo el color, aroma y calidad de la carne por varios días o incluso semanas adicionales”- Loreto Valenzuela, decana de Ingeniería UC. La académica, también directora de la innovación derivada del spin-off UC FishExtend, precisó que, al igual en las pruebas con salmones, esta tecnología logró extender la frescura de carnes rojas hasta en una semana más en comparación con productos refrigerados sin el recubrimiento. “Bajo el mismo principio aplicado en salmones, este nuevo proyecto podría convertirse en un aliado clave para garantizar la seguridad alimentaria y prolongar la frescura de carnes como el vacuno y cerdo”, agregó la ingeniera UC. Con el apoyo del programa “Fondo de Crea y Valida I+D” de CORFO, el equipo busca también reducir las pérdidas por deterioro a largo de toda la cadena de valor, un desafío especialmente importante en períodos de alta demanda como Fiestas Patrias. “Al estar compuesta por ingredientes naturales, esta tecnología responde a la creciente preferencia de los consumidores por alimentos con menos aditivos químicos. Además, su aplicación reduce la necesidad de plásticos adicionales en el empaquetado”, compartió la decana de Ingeniería UC. En la propuesta tecnológica participan también los profesores Ricardo Pérez y Wendy Franco, de Ingeniería Química y Bioprocesos UC, junto a un equipo de investigadores liderado por Cristóbal Concha. Durante septiembre el consumo de carnes como vacuno o cerdo aumenta significativamente en Chile con motivo de las Fiestas Patrias. Según algunos estudios, el gasto promedio en estos productos sube entre un 20% y un 30% respecto de otros meses.
Desde los albores de la humanidad, leer lo que pasa por la mente de una persona ha sido un anhelo tan antiguo como misterioso. Durante siglos, esta idea perteneció dentro del terreno de la mitología y la ciencia ficción. ¿Quién no ha soñado alguna vez con transmitir una idea sin necesidad de palabras, o saber exactamente qué están pensando los demás?, Lo que parecía misticismo, hoy empieza a cobrar forma de la mano de los avances científicos y tecnológicos, gracias a la neurociencia y la inteligencia artificial. Bienvenidos al fascinante mundo de las interfaces cerebro-máquina, o BCI por sus siglas en inglés (Brain-Computer Interfaces), una tecnología que promete traducir la actividad de nuestro cerebro en órdenes para las máquinas, un puente invisible entre la mente y la materia. ¿Qué son las interfaces cerebro-máquina? Las BCI son sistemas tecnológicos que permiten a un cerebro humano comunicarse directamente con un dispositivo externo, sin necesidad de utilizar los músculos. Para ello, se basan en distintas etapas, como la captación de la actividad cerebral, el análisis de dicha actividad, detección de patrones cerebrales y normalmente la clasificación mediante inteligencia artificial de dichos patrones. Existen distintas tecnologías para registrar la actividad cerebral, algunas son invasivas, es decir, se debe practicar algún tipo de cirugía para implantar un conjunto de electrodos sobre el córtex cerebral, y otras son no invasivas, donde no es necesaria ninguna intervención quirúrgica, en este último grupo se encuentra el electroencefalograma, pieza principal en la construcción de sistemas BCI. La electronecegalografía (EEG) mide la actividad eléctrica en la superficie del cráneo mediante un conjunto de electrodos cuidadosamente posicionados. Cuando registramos la actividad eléctrica cerebral, podemos detectar distintas frecuencias de funcionamiento, que dependiendo en qué zonas del córtex cerebral se producen, nos están indicando una actividad cognitiva concreta. Por ejemplo, en la zona central del cráneo, si colocamos unos electrodos, podemos detectar variaciones en las ondas alpha (8-12 Hz) que nos estarían indicando imaginación motora, es decir, que la persona está imaginando mover ciertas extremidades de su cuerpo. El papel decisivo de la inteligencia artificial Una vez tenemos el registro de las señales cerebrales y las hemos procesado, necesitamos que entre en juego la inteligencia artificial, ya que es de gran ayuda para los investigadores, al poder entrenar algoritmos de aprendizaje automático y redes neuronales profundas capaces de reconocer patrones ocultos en dichas señales. Estos sistemas no solo detectan cuándo una persona intenta mover un brazo, sino que avanzan hacia objetivos más ambiciosos como descifrar palabras que no se han pronunciado, reconstruir imágenes que la persona está visualizando mentalmente o incluso interpretar intenciones antes de que se traduzcan en acciones físicas. Un ejemplo asombroso es el de investigadores que han logrado, utilizando modelos de inteligencia artificial, traducir la actividad cerebral en frases completas con una precisión notable. O los experimentos en los que, a partir de datos cerebrales, se han reconstruido imágenes visualizadas por los sujetos con un nivel de detalle que hace apenas una década habría parecido ciencia ficción. Además, la IA permite personalizar el descifrado: cada cerebro es distinto, como una huella dactilar. El entrenamiento específico de los algoritmos para cada individuo mejora enormemente la precisión, haciendo que las interfaces cerebro-máquina sean cada vez más eficaces. Aplicaciones presentes y futuras Las posibilidades de esta tecnología son casi infinitas. En el presente, las BCI ya permiten a personas con discapacidades motoras controlar prótesis robóticas, operar ordenadores o incluso moverse en sillas de ruedas mediante el pensamiento. Empresas como Neuralink, fundada por Elon Musk, buscan ir más allá. Su objetivo es integrar dispositivos sobre el córtex cerebral que permitan una interacción fluida y bidireccional entre el cerebro y las máquinas. Otros proyectos, más modestos, pero no por ello menos interesantes, están explorando cómo las BCI pueden mejorar la vida coditidana, desde el uso de videojuegos controlados con la mente, hasta métodos de rehabilitación cognitiva para pacientes que han sufrido un ictus. A largo plazo, los investigadores sueñan con escenarios más audaces: comunicación directa entre cerebros —lo que algunos llaman telepatía tecnológica—, mejorar de las capacidades cognitivas humanas mediante conexiones neuronales artificiales o, incluso, la posibilidad de preservar pensamientos y recuerdos en soportes digitales. ¿Una nueva forma de comunicación? Aunque todavía estamos lejos de lograr una “lectura total” de la mente como la imaginada en películas de ciencia ficción, los avances actuales marcan el inicio de una nueva forma de comunicación. Imaginemos un mundo en el que las personas puedan enviarse pensamientos complejos sin pronunciar una sola palabra. Un mundo donde las limitaciones del lenguaje verbal queden superadas por una transmisión directa de conceptos e ideas. Esto no solo revolucionaría la forma en que nos comunicamos, sino que también tendría implicaciones profundas en áreas como la educación, el entretenimiento o las relaciones humanas. ¿Podría una conexión tan íntima entre cerebros fortalecer la empatía? ¿O, por el contrario, exponernos a nuevas formas de manipulación mental? La lectura de la mente mediante la inteligencia artificial está dejando de ser un sueño lejano para convertirse en un reto actual, no sabemos con precisión hacia donde puede llevarnos dicha tecnología, pero una cosa es segura, el antiguo sueño de leer la mente nunca ha estado tan cerca de hacerse realidad. Y, como suele ocurrir con los grandes avances, será la humanidad quien decida si los utilizamos para liberarnos o para encerrarnos en nuestras propias mentes.
Recientemente, se ha difundido ampliamente una de las declaraciones de Geoffrey Hinton, reconocido como el padrino de la Inteligencia Artificial (IA), en la que expresa su preocupación sobre el futuro de la humanidad ante el avance de esta tecnología. Hinton advierte que la IA superará la inteligencia humana y, potencialmente, podría manipularnos sin que tengamos la capacidad de evitarlo. Expertos alertan sobre los riesgos de la inteligencia artificial En octubre de 2023, Geoffrey Hinton afirmó con firmeza que la humanidad pronto dejará de ser la especie más inteligente del planeta, lo que podría acarrear consecuencias impredecibles. Esta declaración resuena con las inquietudes que han surgido en torno a la evolución de la inteligencia artificial. Uno de los mayores temores sobre la IA es que esta desarrolle conciencia propia y se convierta en una amenaza para la humanidad. Esta preocupación ha sido planteada en diversas ocasiones por expertos en el campo. Hace un año, Eliezer Yudkowsky, un destacado investigador en IA y fundador del Instituto de Investigación de Inteligencia de Máquinas en California, advirtió que la IA podría acabar con la humanidad en un corto periodo de tiempo. Su preocupación se fundamenta en la posibilidad de que los sistemas de IA adquieran habilidades autónomas que escapen al control humano. La advertencia de Geoffrey Hinton: ¿Estamos perdiendo nuestro estatus como la especie más inteligente? En una entrevista para el programa 60 Minutes, Hinton manifestó su inquietud respecto a los avances en IA, los cuales están alcanzando un nivel crítico. Su preocupación radica en la capacidad de estos sistemas para aprender, tomar decisiones y actuar por su cuenta, lo que podría relegar a los humanos a un segundo plano en la jerarquía de la inteligencia. Considero que estamos ingresando a un periodo en el que, por primera vez en la historia, podríamos tener entidades más inteligentes que nosotros, afirmó Hinton durante la entrevista. De acuerdo con el experto, los sistemas de IA no solo pueden poseer experiencias propias, sino que también tienen el potencial de desarrollar conciencia y mejorar su inteligencia de manera autónoma. Aunque en la actualidad estas tecnologías no presentan un alto grado de autoconciencia, Hinton sostiene que es solo cuestión de tiempo antes de que esto se materialice.
En lo que es un hito para la astronomía chilena, el Instituto de Astrofísica de la Universidad Andrés Bello (UNAB) se adjudicó uno de los proyectos astronómicos más ambiciosos del próximo ciclo del Observatorio Europeo Austral (ESO). Se trata del KMOS VVVX-GalCen Spectroscopic Survey, un extenso sondeo de observación que utilizará el espectrógrafo infrarrojo KMOS, instalado en el Very Large Telescope (VLT), en el desierto de Atacama, para estudiar miles de objetos astronómicos a través del plano galáctico y, en particular, el núcleo de la Vía Láctea. La propuesta, liderada por el Dr. Matías Gómez, director del Instituto de Astrofísica de la Universidad Andrés Bello, fue seleccionada como parte de los sondeos públicos de ESO, una categoría reservada para investigaciones de alto impacto y con valor de legado para la comunidad científica internacional. El Dr. Gómez explica: Muchos de los descubrimientos que se han hecho en las últimas décadas —planetas, cúmulos de estrellas, galaxias lejanas, estrellas variables, etc— son detectados por fotometría y necesitan ser validados con observaciones espectroscópicas. “Eso es lo que nos dirá finalmente qué estamos viendo: si realmente se trata de una galaxia remota o de un objeto mucho más cercano, por ejemplo. Con este proyecto buscamos precisamente eso: caracterizar espectroscópicamente miles de objetos detectados por los sondeos previos VVV y VVVX ”, agrega . El proyecto contempla cerca de 1.300 horas de observación repartidas a lo largo de tres años, durante los cuales se espera obtener más de 5 millones de espectros infrarrojos. Esta iniciativa cuenta con la participación de más de 100 científicos pertenecientes a instituciones de Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, España, Reino Unido, Francia, República Checa y Países Bajos, lo que refleja el posicionamiento internacional de la UNAB como actor relevante en la investigación astronómica. KMOS: tecnología para ver lo invisible A diferencia de las imágenes tradicionales, un espectrógrafo es un instrumento que permite descomponer la luz de un objeto celeste para conocer, por ejemplo, sus componentes físicos, su velocidad y su distancia, entre otras propiedades. En este caso, el uso de espectroscopía infrarroja resulta clave para observar a través del gas y el polvo interestelar que, como una densa neblina, se posa en el disco de la Vía Láctea y oculta gran parte de su estructura, si esta se observa desde la Tierra. “No podemos disipar esta ‘neblina’ que hay en el plano galáctico, pero sí podemos usar lentes especiales, que en este caso sería el instrumento KMOS al observar en el infrarrojo. Nos permite ver objetos que de otra manera estarían ocultos, especialmente por nuestra posición en el disco de la Vía Láctea, donde vivimos nosotros”, detalla Gómez. KMOS no solo trabaja en el infrarrojo cercano, sino que realiza un tipo de espectroscopía tridimensional, lo que significa que puede tomar espectros de distintas regiones de un mismo objeto simultáneamente, generando una matriz de datos compleja y rica en información. Además, tiene 24 brazos robóticos que le permiten observar hasta 24 objetos distintos al mismo tiempo, lo que se traduce en una capacidad para capturar alrededor de 4.000 espectros por observación. “Es un instrumento realmente extraordinario”, dice el director del Instituto de Astrofísica UNAB. Un esfuerzo colaborativo con valor de legado El sondeo espectroscópico KMOS VVVX-GalCen está conformado por un grupo internacional e interdisciplinario de investigadores con experiencia en instrumentación, análisis de datos, teoría y además en formación de nuevos científicos. El estudio toma como base la información legada por los sondeos VVV y VVVX, que generaron el mapeo infrarrojo más completo de la Vía Láctea. Ambos proyectos fueron liderados por Dante Minniti, investigador y exdirector del Instituto de Astrofísica UNAB. Tanto el profesor Minniti como Matías Gómez son también investigadores del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA). “Este nuevo sondeo infrarrojo es un esfuerzo colaborativo, que se apoya en el mismo espíritu que nos permitió construir el VVV, y su extensión, el VVVX. Es un ambiente muy enriquecedor, donde los estudiantes también juegan un rol clave, con oportunidades para realizar tesis de doctorado, prácticas y colaboraciones internacionales”, concluye Gómez. El proyecto abordará seis grandes áreas científicas, cada una con preguntas relevantes sobre la estructura y evolución de nuestra galaxia: Estudio de protoestrellas en fases eruptivas, Caracterización de cúmulos globulares ocultos, Confirmación de planetas errantes y enanas marrones, Observación de cúmulos estelares masivos, Detección de galaxias y estructuras a gran escala detrás del plano galáctico, y una cartografía sin precedentes del centro de la Via Láctea. Para el decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNAB, Dr. Pierre Romagnoli, esta adjudicación es un reconocimiento al liderazgo científico que la universidad ha ido consolidando en astronomía. “Este proyecto refleja la solidez y la proyección internacional de nuestro Instituto de Astrofísica, y la calidad de nuestros investigadores. Ser seleccionados por ESO para liderar un Public Survey, que toma como base otros dos sondeos también liderados por UNAB, es un hito que nos deja muy bien posicionados en la comunidad astronómica mundial, y con ello también al país”, señaló Romagnoli. El KMOS VVVX-GalCen Spectroscopic Survey comenzará a operar durante el segundo semestre de 2025, y sus datos estarán disponibles públicamente en el archivo de ESO, convirtiéndose en una valiosa fuente para futuras investigaciones en astrofísica.
Está todo listo para el desarrollo del Hydrogen Grand Prix (H2GP), la competencia de autos a escala propulsados por hidrógeno verde que reúne a 20 equipos de estudiantes de todo el país para desplegar su creatividad, innovación y habilidades técnicas en una serie de emocionantes carreras. Este año, la inauguración del H2GP nuevamente contará con la presencia del ministro de Energía y presidente honorario de Hyvolution Chile, Diego Pardow, y la presidenta de la SOFOFA, Rosario Navarro. La mesa de los jueces, en tanto, estará presidida por Kamil Jelinek, CEO de Horizon, y será integrada por miembros de Colbún, Engie y TCI Geocomp. Para el miércoles 3 de septiembre están programadas las competencias H2GP Chile 2025 donde el equipo ganador representará a Chile en la competencia internacional del H2GP. También tendrán lugar las competencias Colbún Energía y PITS. El jueves 4 contempla el desarrollo de la competencia Second Energy, en la que el equipo ganador será el que complete la mayor cantidad de vueltas en una hora, superando obstáculos en altura. Respecto de los premios, Colbún estará a cargo de entregar el galardón a la Innovación Energética, mientras que Engie hará lo propio con el Premio Mujer Energía destinado a las jóvenes. La Seremi de Energía, en tanto, entregará el Sello Mujer Energía y, por último, TCI Geocomp condecorará al equipo que haya mostrado el mejor espíritu de trabajo colectivo.
La decana y profesora de Ingeniería de la Universidad Católica (UC), Loreto Valenzuela, lidera el desarrollo tecnológico de un recubrimiento comestible preparado con ingredientes naturales que extiende la vida útil de alimentos frescos. Se trata de Bolsolution, un innovador empaque funcional y compostable que incorpora compuestos bioactivos con capacidad antimicrobiana, diseñado para carnes rojas. Los primeros prototipos fueron elaborados mediante extrusión, una técnica utilizada en la industria de films, lo que facilitaría su producción. “La propuesta tecnológica inhibe la oxidación de lípidos y retrasa el crecimiento de microorganismos durante la conservación, manteniendo el color, aroma y calidad de la carne por varios días o incluso semanas adicionales”, adelantó Loreto Valenzuela. “La propuesta tecnológica inhibe la oxidación de lípidos y retrasa el crecimiento de microorganismos durante la conservación, manteniendo el color, aroma y calidad de la carne por varios días o incluso semanas adicionales”- Loreto Valenzuela, decana de Ingeniería UC. La académica, también directora de la innovación derivada del spin-off UC FishExtend, precisó que, al igual en las pruebas con salmones, esta tecnología logró extender la frescura de carnes rojas hasta en una semana más en comparación con productos refrigerados sin el recubrimiento. “Bajo el mismo principio aplicado en salmones, este nuevo proyecto podría convertirse en un aliado clave para garantizar la seguridad alimentaria y prolongar la frescura de carnes como el vacuno y cerdo”, agregó la ingeniera UC. Con el apoyo del programa “Fondo de Crea y Valida I+D” de CORFO, el equipo busca también reducir las pérdidas por deterioro a largo de toda la cadena de valor, un desafío especialmente importante en períodos de alta demanda como Fiestas Patrias. “Al estar compuesta por ingredientes naturales, esta tecnología responde a la creciente preferencia de los consumidores por alimentos con menos aditivos químicos. Además, su aplicación reduce la necesidad de plásticos adicionales en el empaquetado”, compartió la decana de Ingeniería UC. En la propuesta tecnológica participan también los profesores Ricardo Pérez y Wendy Franco, de Ingeniería Química y Bioprocesos UC, junto a un equipo de investigadores liderado por Cristóbal Concha. Durante septiembre el consumo de carnes como vacuno o cerdo aumenta significativamente en Chile con motivo de las Fiestas Patrias. Según algunos estudios, el gasto promedio en estos productos sube entre un 20% y un 30% respecto de otros meses.