Con el propósito de seguir acercando a las personas al bienestar emocional, Grupo Cetep, a través de su corporación sin fines de lucro Grupo Cetep Cultura, presentó, su libro “Los Colores de la Salud Mental”, una obra que une arte, reflexión y herramientas prácticas para promover el cuidado de la salud mental en un momento en que Chile vive una de las mayores crisis de los últimos años. El evento de lanzamiento, realizado en el Campus Casona de la Universidad Andrés Bello, fue encabezado por la Dra. Macarena Gálvez, quien presentó los contenidos del libro y el proceso colaborativo detrás del proyecto. Una mirada artística y humana a un problema urgente La iniciativa nació como un concurso abierto a la comunidad, que invitó a artistas de distintos países a representar, a través de las artes gráficas, la importancia del cuidado de la salud mental. La convocatoria reunió cerca de 300 obras provenientes de Chile, Argentina, Perú, Colombia, Costa Rica, México, Estados Unidos, España e Inglaterra, de las cuales 32 fueron seleccionadas como finalistas y forman parte del libro. “Ver materializado este libro es un tremendo orgullo para todos quienes somos parte de Grupo Cetep Cultura. Es emocionante ver cómo esta publicación tiene el poder de inspirar el cuidado de la salud mental a través del lenguaje visual de estas 32 obras. Pero además, es un libro que ofrece herramientas concretas para comenzar el autocuidado. Y eso es muy potente”, destaca la Dra. Macarena Gálvez, médica psiquiatra y socia fundadora de la Corporación. El libro también incluye reflexiones y consejos de profesionales de Grupo Cetep, quienes comparten herramientas para fortalecer el bienestar emocional, fomentar la introspección y promover hábitos saludables de autocuidado. El contexto: cifras que reflejan una realidad alarmante Chile se ha posicionado como uno de los países más afectados por problemas de salud mental en el mundo. Según Ipsos Global Health Service Monitor 2025, el 68 % de los chilenos identifica la salud mental como el principal problema sanitario del país. En paralelo el Termómetro de Salud Mental ACHS–UC revela que una de cada cuatro personas presenta síntomas de ansiedad, mientras que más de 2 millones de adultos muestran signos de depresión, con una brecha marcada entre mujeres (17,4 %) y hombres (9,8 %). Además, los diagnósticos de salud mental han aumentado 145 % desde 2019, evidenciando que el bienestar emocional se ha convertido en una prioridad social urgente. Estas cifras reflejan que la salud mental es una prioridad urgente, no solo a nivel clínico, sino también social y cultural. “Los Colores de la Salud Mental” busca ser un aporte desde la creatividad y la empatía, inspirando a mirar el bienestar como una construcción colectiva. Arte, comunidad y bienestar El proyecto se inspira en la creciente evidencia que reconoce el arte como una herramienta legítima de salud pública. Investigaciones recientes ( Nature Medicine, Frontiers, JAMA Network Open, 2024–2025) demuestran que la participación artística, ya sea activa o contemplativa, tiene efectos positivos en la regulación emocional, la disminución del estrés y la mejora del bienestar psicológico. Asimismo, países como Canadá, Francia y Reino Unido han incorporado la prescripción de actividades culturales dentro de sus estrategias nacionales de salud mental, reflejando el valor del arte como vía de prevención, tratamiento y promoción del bienestar. “La salud mental no solo se cuida desde la clínica; también se construye en los espacios donde las personas se expresan y se sienten parte. El arte nos permite conectar con esas emociones y transformarlas en bienestar”, señala la Dra. Claudia Barrera, psiquiatra de Grupo Cetep. “Los Colores de la Salud Mental” estará disponible de manera gratuita en formato digital, con el fin de que cualquier persona pueda acceder a su contenido y reflexiones. Para quienes deseen contar con el libro en formato físico, este se podrá adquirir a través de los canales de Grupo Cetep Cultura, y los fondos recaudados serán destinados íntegramente a apoyar las iniciativas de la corporación, que promueven el acceso a la salud mental. Con esta iniciativa, Grupo Cetep Cultura reafirma su compromiso con democratizar el acceso a la salud mental y generar espacios donde el arte y el bienestar se encuentren para inspirar una mejor calidad de vida.
Durante años, los titulares alarmistas han advertido sobre los efectos negativos de las redes sociales en la salud mental. Desde Instagram hasta TikTok, se han señalado como responsables de aumentar la ansiedad, la depresión y de generar una dependencia digital que erosiona el bienestar emocional, especialmente en adolescentes. Pero ¿y si parte de esa narrativa estuviera basada en una idea incompleta? Un nuevo estudio publicado en la revista Behavior Genetics ofrece una visión más matizada —y sorprendente— de esta cuestión. Usando datos del Netherlands Twin Register, una base de datos con décadas de seguimiento a gemelos en los Países Bajos, los investigadores analizaron a 6.492 personas entre los 16 y los 89 años. ¿El objetivo? Desenredar los vínculos reales entre el uso de redes sociales, la salud mental y, lo más importante, los factores genéticos que podrían estar en juego. Y lo que encontraron podría cambiar la conversación. Ni tan malo, ni tan bueno: una historia genética El estudio revela que el vínculo entre el uso de redes sociales y el bienestar psicológico es pequeño. En muchos casos, tan pequeño que roza lo insignificante desde el punto de vista estadístico. Pero lo verdaderamente revelador es que esas pequeñas asociaciones están, en gran medida, determinadas por factores genéticos compartidos. Es decir, no es que las redes sociales causen directamente ansiedad o depresión en todos los usuarios. Más bien, las mismas predisposiciones genéticas que pueden llevar a una persona a sentirse menos feliz o más ansiosa también podrían influir en cómo —y cuánto— utiliza las redes sociales. Este hallazgo rompe con la idea simplista de que las plataformas digitales son inherentemente tóxicas. Según los resultados, hasta un 72% de las diferencias individuales en el tiempo que pasamos en redes sociales podría explicarse por la genética. En lugar de demonizar TikTok o Instagram como si tuvieran un efecto uniforme sobre todos los usuarios, el estudio apunta hacia una interpretación más personalizada del impacto digital. No todos usamos las redes del mismo modo Los investigadores también identificaron patrones interesantes según los niveles de bienestar de los participantes. Aquellos con mayores niveles de satisfacción vital y una sensación de florecimiento —una medida que incluye propósito, relaciones positivas y desarrollo personal— tendían a usar más plataformas, pero lo hacían de forma pasiva: navegaban, observaban, leían. Por el contrario, quienes reportaban un menor bienestar psicológico eran más propensos a publicar con mayor frecuencia, pero lo hacían en un número más reducido de plataformas. Este contraste entre uso pasivo y activo podría ofrecer pistas sobre cómo cada persona busca, o evita, conexión social online. Paradójicamente, uno de los resultados más curiosos fue que el “florecimiento” estaba positivamente relacionado con un mayor uso de redes sociales. Es decir, algunas personas con buena salud mental parecen disfrutar —e incluso beneficiarse— de su tiempo en línea. Por qué usar gemelos lo cambia todo Este no es un estudio cualquiera. El uso de gemelos idénticos (que comparten el 100% de sus genes) y gemelos fraternos (que comparten alrededor del 50%) permite a los investigadores estimar con precisión cuánto de una conducta está influenciada por la genética, el ambiente compartido (como el hogar familiar) o el ambiente individual (como experiencias únicas). En este caso, al comparar cómo se relacionaban el uso de redes sociales y el bienestar entre diferentes pares de gemelos, se encontró que las similitudes estaban fuertemente ligadas a los genes . Esto no solo refuerza la idea de que existe un componente biológico en cómo usamos la tecnología, sino que también invita a repensar cómo diseñamos políticas, intervenciones o incluso límites parentales. ¿Restringir el acceso a redes? Tal vez no sea la solución En tiempos donde países y escuelas implementan restricciones al uso de móviles y redes sociales entre jóvenes, este estudio sugiere que prohibir o limitar el acceso no es una solución mágica. No todas las personas son igualmente vulnerables a los efectos negativos del uso digital, ni todas las formas de uso son iguales. De hecho, el problema puede no estar en la herramienta, sino en el usuario. O más precisamente, en la combinación única de genes, contexto vital y salud mental de cada persona. Esto refuerza la necesidad de estrategias personalizadas que tengan en cuenta los matices del comportamiento humano, y no solo estadísticas globales. ¿Qué significa esto para ti? No, tus horas en Instagram probablemente no estén pudriendo tu cerebro, como aseguran algunos titulares. Pero tampoco significa que sean inofensivas. Este estudio no exonera a las redes sociales, sino que añade una capa de complejidad. Los efectos existen, pero no son iguales para todos, y no surgen en el vacío. Dependen de quién eres, de tu genética, de tus experiencias y del modo en que interactúas con el entorno digital. Quizás la verdadera clave no esté en desconectarnos del mundo digital, sino en entender mejor cómo nos conectamos con él. Y, sobre todo, en dejar de buscar culpables universales para problemas profundamente individuales.
Se sabe que si no podemos controlar las situaciones estresantes de la vida cotidiana puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión. Por eso, los expertos hacen hincapié en la importancia de adoptar un estilo de vida saludable y hábitos que ayuden a reducir el estrés. Entre ellos, hay varios estudios que afirman que una simple golosina (o no tanto en sus versiones sin azúcar) puede ayudar a controlarlo. Se trata del chicle. Una investigación recopiló y analizó toda una serie de trabajos que se han llevado a cabo para demostrar si mascar chicle ayuda o no a reducir el estrés. En este estudio, realizado mediante el procedimiento denominado metaanálisis, se concluyó que mascar chicle, algo tan sencillo y bien tolerado por el organismo, es un modo efectivo de reducir el estrés y la ansiedad. No obstante, también se indica que serán necesarios más estudios para su confirmación. Dentro de esta línea de investigación, el doctor Raafat W. Girgis, psiquiatra triplemente certificado en el Centro de Rehabilitación Moment of Clarity, afirmó en una nota a Wellandgood que el chicle puede hacer mucho más que enmascarar el mal aliento. Según el doctor Girgis, mascar chicle puede ayudar a disminuir la respuesta del sistema nervioso de lucha o huida y reducir la ansiedad. “En humanos, algunos estudios demuestran que masticar chicle durante la exposición al estrés disminuye los niveles de cortisol plasmático y salival y reduce el estrés mental”, afirmó un estudio llamado “La masticación como conducta para afrontar el estrés”. Pero ya hay varias investigaciones sobre la correlación entre lo que se come (o mastica) y su impacto en el sistema neurológico. Recientemente, la doctora Sasha Hamdani, psiquiatra especialista en trastorno por déficit de atención (TDAH), reveló que los alimentos picantes, crujientes y ácidos (lo que ella llama “bocadillos sensoriales“) pueden activar los receptores cerebrales y aumentar la concentración. Según el doctor Girgis, un estudio sobre el impacto de mascar chicle en los niveles de estrés demostró que la masticación aumenta los niveles de oxígeno en sangre en la corteza prefrontal, el “centro de la personalidad” (porque es donde se procesa la información momento a momento, se la compara con experiencias pasadas y luego se reacciona ante ellas) y el hipocampo (área del cerebro responsable del aprendizaje, la memoria y el manejo de las hormonas del estrés). Las investigaciones demostraron que la exposición al estrés crónico puede afectar las capacidades cognitivas prefrontales y alterar la estructura de las dendritas, las ramificaciones en forma de árbol que nacen del cuerpo de la neurona y son responsables de recibir y transportar señales en el cerebro. También el estrés puede afectar el hipocampo en el procesamiento de la información y la memoria según las investigaciones. Los estudios también han demostrado que masticar chicle produce el aumento del flujo sanguíneo cerebral lo que puede estimular la actividad cognitiva. Teniendo en cuenta todas estas investigaciones, el doctor Girgis señaló que mascar chicle es un método eficaz para recuperar la calma porque puede promover la reducción del estrés. “Hay muchos circuitos neuronales que conectan nuestros órganos masticatorios con el cerebro, y mascar chicle puede estimular la función de estas áreas”, dijo Girgis. De ahí que mascar chicle también pueda ayudar a reenfocar la atención, cuando los niveles de estrés o ansiedad están en su punto máximo. “Desviar la atención de cualquier cosa que pueda activar nuestro sistema nervioso de lucha o huida es algo bueno. Al masticar chicle, la atención se centra más en los aspectos físicos y menos en los mentales”, señaló el médico en Wellandgood.com. ¿Cómo lograr los efectos antiestrés del chicle? Hay estudios que indican que el sabor puede influir sobre los niveles de cortisol, la hormona del estrés, producida por las glándulas suprarrenales. Por su lado doctor Girgis comentó que cuando se trata de cuánto tiempo se debe mascar chicle recomendó unos 20 minutos aproximadamente. El médico señaló que masticar chicle antes de realizar una actividad que se sabe que estresa también puede ayudar a calmar los nervios. Si no es posible serenarse de esta manera, esta golosina de todas formas puede aportar otras ventajas, según las investigaciones: - Reduce el apetito y hace picotear menos. Concretamente, lo estudios indican que con 45 minutos mascando chicle se puede lograr este efecto. - Protege los dientes. Los chicles sin azúcar, y aquellos con xilitol como edulcorante, ejercen un efecto complementario al cepillado de dientes que reduce la inflamación de las encías, según un estudio. Sin embargo, es interesante destacar que otra investigación indica que mascar chicles de menta reduce las ganas de comer fruta, y esto, sin duda, afectaría a una buena alimentación ya que los vegetales son piezas muy ricas nutricionalmente.
Muchas personas creen que lucen o se sienten más jóvenes que quienes comparten su edad, pero ¿es esto una percepción real o una ilusión psicológica? Según explicó la psicóloga Leticia Martín Enjuto a la revista 'CuerpoMente', este fenómeno puede estar relacionado con factores como el edadismo, la ansiedad ante el envejecimiento y el entorno social. Por su parte, un estudio citado por 'The Guardian' muestra que el 59 por ciento de los adultos entre 50 y 80 años en Estados Unidos creen verse más jóvenes que sus pares, aunque en muchos casos esta creencia podría no reflejar la realidad. El impacto de la autopercepción en la edad subjetiva De acuerdo con la psicóloga Leticia Martín Enjuto, entrevistada por 'CuerpoMente', la percepción de ser más joven que los demás de la misma edad puede deberse a una actitud psicológica de rechazo al envejecimiento. Esta actitud, conocida como midorexia, implica la resistencia a aceptar el paso del tiempo, lo cual puede traducirse en un estilo de vida, vestimenta y comportamiento más juvenil. No obstante, esta percepción puede también esconder una ansiedad más profunda relacionada con el temor a envejecer e incluso con el miedo a la muerte. “La percepción de una edad subjetiva menor puede actuar como un mecanismo de defensa psicológico”, explicó la experta. El papel del entorno social y cultural El entorno también influye significativamente en la forma en que cada persona percibe su edad. Martín Enjuto señala que contar con apoyo social y formar parte de círculos que proyectan una imagen positiva del envejecimiento puede reforzar una percepción más sana y flexible del paso del tiempo. En contraste, rodearse de personas con actitudes más pasivas o negativas puede contribuir a una visión más deteriorada de uno mismo. ¿Mente joven, cuerpo joven? Más allá de los factores psicológicos defensivos, sentirse “joven de alma” también puede tener fundamentos positivos. Según la misma psicóloga, mantener una mentalidad abierta, curiosa y resiliente está asociado con un menor deterioro cognitivo y una mejor adaptación emocional. Este tipo de mentalidad activa incluso regiones del cerebro relacionadas con la atención y la percepción, como el sistema reticular, lo que puede reforzar la idea de juventud percibida. Percepción vs. realidad: lo que dice la ciencia Una encuesta citada por 'The Guardian', basada en un estudio publicado en la revista 'Psychology and Aging', reveló que casi seis de cada diez adultos estadounidenses entre los 50 y los 80 años creen verse más jóvenes que otros de su misma edad. Solo el 6 por ciento considera que aparenta más años de los que tiene. El informe señala que este fenómeno puede estar influenciado por mecanismos mentales de negación de la vejez y de la mortalidad. También destaca que las mujeres y las personas con mayores ingresos tienden más a considerarse más jóvenes. Sin embargo, esta percepción podría no coincidir con la realidad, y se ve amplificada por estereotipos edadistas que muchas veces se interiorizan desde edades tempranas. Los riesgos del edadismo interiorizado El mismo artículo advierte sobre los peligros del edadismo autoinfligido. Según datos citados, más del 80 por ciento de los adultos mayores han adoptado estereotipos negativos sobre el envejecimiento. Esta visión puede tener efectos negativos no solo en la autoestima, sino también en la salud. Un estudio de 2002 citado por 'The Guardian' encontró que las personas con percepciones más positivas sobre su envejecimiento vivían, en promedio, 7,5 años más que aquellas con visiones negativas. La percepción de verse más joven que los demás puede ser un síntoma de salud mental positiva o, por el contrario, una señal de miedo o negación del envejecimiento. La clave, según los expertos, está en mantener una mente abierta, aceptar el paso del tiempo y rodearse de entornos que valoren la vitalidad más allá de la edad.
La relación entre tabaquismo y salud cerebral es un tema de constante investigación. Si bien hace décadas se estableció que fumar perjudica el cerebro —afectando la salud cardiovascular, dañando los vasos sanguíneos que suministran oxígeno y provocando inflamación crónica que destruye neuronas—, hasta ahora la evidencia sobre los beneficios a largo plazo de dejar de fumar en edades avanzadas era limitada. El estudio del University College de Londres (UCL), que analizó datos de casi 9.500 personas de 12 países, ha revelado que las capacidades cognitivas, como la memoria y la fluidez verbal, de quienes dejaron de fumar a partir de los 40 años disminuyeron significativamente menos que las de los fumadores en los seis años posteriores al abandono. Mejor fluidez verbal y calidad de la memoria Para llevar a cabo esta investigación, los autores analizaron datos de tres estudios en curso donde los participantes respondían a encuestas médicas cada dos años. Compararon información de más de 4.700 personas que dejaron de fumar con un número similar de individuos que continuaron haciéndolo. Todos los participantes eran mayores de 40 años, con una edad media de 58 años, y fueron emparejados por puntuaciones cognitivas iniciales, edad, sexo, nivel educativo y país de nacimiento. Durante los seis años previos a que el grupo de estudio dejara de fumar, las puntuaciones de deterioro cognitivo en pruebas de memoria y fluidez verbal disminuyeron a un ritmo similar en ambos grupos. Sin embargo, una vez que uno de los grupos abandonó el tabaco, las personas que dejaron de fumar experimentaron una tasa de deterioro de la fluidez verbal un 50% más lenta, en promedio, que quienes siguieron fumando. Adicionalmente, su pérdida de memoria fue un 20% inferior a la de los fumadores, es decir, quienes abandonaron el tabaco experimentaron entre tres y cuatro meses menos de deterioro de la memoria por cada año de envejecimiento y seis meses menos de deterioro de la fluidez verbal. Se confirman los beneficios a corto plazo Aunque el estudio es observacional, sus hallazgos son consistentes con investigaciones previas que ya sugerían mejoras en la salud cerebral a corto plazo al dejar de fumar. Ahora se confirma que estos beneficios se mantienen y se consolidan en el tiempo, incluso en personas que abandonan el hábito después de los 50 años. «Ya sabíamos que dejar de fumar, incluso en edades avanzadas, va acompañado de mejoras en la salud física y el bienestar. Con este estudio vemos que también ayuda a mantener una mejor salud cognitiva a largo plazo, por lo que nunca es demasiado tarde para dejarlo», afirma la investigadora del UCL, Mikaela Bloomberg.
Con el propósito de seguir acercando a las personas al bienestar emocional, Grupo Cetep, a través de su corporación sin fines de lucro Grupo Cetep Cultura, presentó, su libro “Los Colores de la Salud Mental”, una obra que une arte, reflexión y herramientas prácticas para promover el cuidado de la salud mental en un momento en que Chile vive una de las mayores crisis de los últimos años. El evento de lanzamiento, realizado en el Campus Casona de la Universidad Andrés Bello, fue encabezado por la Dra. Macarena Gálvez, quien presentó los contenidos del libro y el proceso colaborativo detrás del proyecto. Una mirada artística y humana a un problema urgente La iniciativa nació como un concurso abierto a la comunidad, que invitó a artistas de distintos países a representar, a través de las artes gráficas, la importancia del cuidado de la salud mental. La convocatoria reunió cerca de 300 obras provenientes de Chile, Argentina, Perú, Colombia, Costa Rica, México, Estados Unidos, España e Inglaterra, de las cuales 32 fueron seleccionadas como finalistas y forman parte del libro. “Ver materializado este libro es un tremendo orgullo para todos quienes somos parte de Grupo Cetep Cultura. Es emocionante ver cómo esta publicación tiene el poder de inspirar el cuidado de la salud mental a través del lenguaje visual de estas 32 obras. Pero además, es un libro que ofrece herramientas concretas para comenzar el autocuidado. Y eso es muy potente”, destaca la Dra. Macarena Gálvez, médica psiquiatra y socia fundadora de la Corporación. El libro también incluye reflexiones y consejos de profesionales de Grupo Cetep, quienes comparten herramientas para fortalecer el bienestar emocional, fomentar la introspección y promover hábitos saludables de autocuidado. El contexto: cifras que reflejan una realidad alarmante Chile se ha posicionado como uno de los países más afectados por problemas de salud mental en el mundo. Según Ipsos Global Health Service Monitor 2025, el 68 % de los chilenos identifica la salud mental como el principal problema sanitario del país. En paralelo el Termómetro de Salud Mental ACHS–UC revela que una de cada cuatro personas presenta síntomas de ansiedad, mientras que más de 2 millones de adultos muestran signos de depresión, con una brecha marcada entre mujeres (17,4 %) y hombres (9,8 %). Además, los diagnósticos de salud mental han aumentado 145 % desde 2019, evidenciando que el bienestar emocional se ha convertido en una prioridad social urgente. Estas cifras reflejan que la salud mental es una prioridad urgente, no solo a nivel clínico, sino también social y cultural. “Los Colores de la Salud Mental” busca ser un aporte desde la creatividad y la empatía, inspirando a mirar el bienestar como una construcción colectiva. Arte, comunidad y bienestar El proyecto se inspira en la creciente evidencia que reconoce el arte como una herramienta legítima de salud pública. Investigaciones recientes ( Nature Medicine, Frontiers, JAMA Network Open, 2024–2025) demuestran que la participación artística, ya sea activa o contemplativa, tiene efectos positivos en la regulación emocional, la disminución del estrés y la mejora del bienestar psicológico. Asimismo, países como Canadá, Francia y Reino Unido han incorporado la prescripción de actividades culturales dentro de sus estrategias nacionales de salud mental, reflejando el valor del arte como vía de prevención, tratamiento y promoción del bienestar. “La salud mental no solo se cuida desde la clínica; también se construye en los espacios donde las personas se expresan y se sienten parte. El arte nos permite conectar con esas emociones y transformarlas en bienestar”, señala la Dra. Claudia Barrera, psiquiatra de Grupo Cetep. “Los Colores de la Salud Mental” estará disponible de manera gratuita en formato digital, con el fin de que cualquier persona pueda acceder a su contenido y reflexiones. Para quienes deseen contar con el libro en formato físico, este se podrá adquirir a través de los canales de Grupo Cetep Cultura, y los fondos recaudados serán destinados íntegramente a apoyar las iniciativas de la corporación, que promueven el acceso a la salud mental. Con esta iniciativa, Grupo Cetep Cultura reafirma su compromiso con democratizar el acceso a la salud mental y generar espacios donde el arte y el bienestar se encuentren para inspirar una mejor calidad de vida.
Durante años, los titulares alarmistas han advertido sobre los efectos negativos de las redes sociales en la salud mental. Desde Instagram hasta TikTok, se han señalado como responsables de aumentar la ansiedad, la depresión y de generar una dependencia digital que erosiona el bienestar emocional, especialmente en adolescentes. Pero ¿y si parte de esa narrativa estuviera basada en una idea incompleta? Un nuevo estudio publicado en la revista Behavior Genetics ofrece una visión más matizada —y sorprendente— de esta cuestión. Usando datos del Netherlands Twin Register, una base de datos con décadas de seguimiento a gemelos en los Países Bajos, los investigadores analizaron a 6.492 personas entre los 16 y los 89 años. ¿El objetivo? Desenredar los vínculos reales entre el uso de redes sociales, la salud mental y, lo más importante, los factores genéticos que podrían estar en juego. Y lo que encontraron podría cambiar la conversación. Ni tan malo, ni tan bueno: una historia genética El estudio revela que el vínculo entre el uso de redes sociales y el bienestar psicológico es pequeño. En muchos casos, tan pequeño que roza lo insignificante desde el punto de vista estadístico. Pero lo verdaderamente revelador es que esas pequeñas asociaciones están, en gran medida, determinadas por factores genéticos compartidos. Es decir, no es que las redes sociales causen directamente ansiedad o depresión en todos los usuarios. Más bien, las mismas predisposiciones genéticas que pueden llevar a una persona a sentirse menos feliz o más ansiosa también podrían influir en cómo —y cuánto— utiliza las redes sociales. Este hallazgo rompe con la idea simplista de que las plataformas digitales son inherentemente tóxicas. Según los resultados, hasta un 72% de las diferencias individuales en el tiempo que pasamos en redes sociales podría explicarse por la genética. En lugar de demonizar TikTok o Instagram como si tuvieran un efecto uniforme sobre todos los usuarios, el estudio apunta hacia una interpretación más personalizada del impacto digital. No todos usamos las redes del mismo modo Los investigadores también identificaron patrones interesantes según los niveles de bienestar de los participantes. Aquellos con mayores niveles de satisfacción vital y una sensación de florecimiento —una medida que incluye propósito, relaciones positivas y desarrollo personal— tendían a usar más plataformas, pero lo hacían de forma pasiva: navegaban, observaban, leían. Por el contrario, quienes reportaban un menor bienestar psicológico eran más propensos a publicar con mayor frecuencia, pero lo hacían en un número más reducido de plataformas. Este contraste entre uso pasivo y activo podría ofrecer pistas sobre cómo cada persona busca, o evita, conexión social online. Paradójicamente, uno de los resultados más curiosos fue que el “florecimiento” estaba positivamente relacionado con un mayor uso de redes sociales. Es decir, algunas personas con buena salud mental parecen disfrutar —e incluso beneficiarse— de su tiempo en línea. Por qué usar gemelos lo cambia todo Este no es un estudio cualquiera. El uso de gemelos idénticos (que comparten el 100% de sus genes) y gemelos fraternos (que comparten alrededor del 50%) permite a los investigadores estimar con precisión cuánto de una conducta está influenciada por la genética, el ambiente compartido (como el hogar familiar) o el ambiente individual (como experiencias únicas). En este caso, al comparar cómo se relacionaban el uso de redes sociales y el bienestar entre diferentes pares de gemelos, se encontró que las similitudes estaban fuertemente ligadas a los genes . Esto no solo refuerza la idea de que existe un componente biológico en cómo usamos la tecnología, sino que también invita a repensar cómo diseñamos políticas, intervenciones o incluso límites parentales. ¿Restringir el acceso a redes? Tal vez no sea la solución En tiempos donde países y escuelas implementan restricciones al uso de móviles y redes sociales entre jóvenes, este estudio sugiere que prohibir o limitar el acceso no es una solución mágica. No todas las personas son igualmente vulnerables a los efectos negativos del uso digital, ni todas las formas de uso son iguales. De hecho, el problema puede no estar en la herramienta, sino en el usuario. O más precisamente, en la combinación única de genes, contexto vital y salud mental de cada persona. Esto refuerza la necesidad de estrategias personalizadas que tengan en cuenta los matices del comportamiento humano, y no solo estadísticas globales. ¿Qué significa esto para ti? No, tus horas en Instagram probablemente no estén pudriendo tu cerebro, como aseguran algunos titulares. Pero tampoco significa que sean inofensivas. Este estudio no exonera a las redes sociales, sino que añade una capa de complejidad. Los efectos existen, pero no son iguales para todos, y no surgen en el vacío. Dependen de quién eres, de tu genética, de tus experiencias y del modo en que interactúas con el entorno digital. Quizás la verdadera clave no esté en desconectarnos del mundo digital, sino en entender mejor cómo nos conectamos con él. Y, sobre todo, en dejar de buscar culpables universales para problemas profundamente individuales.
Se sabe que si no podemos controlar las situaciones estresantes de la vida cotidiana puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales como la ansiedad y la depresión. Por eso, los expertos hacen hincapié en la importancia de adoptar un estilo de vida saludable y hábitos que ayuden a reducir el estrés. Entre ellos, hay varios estudios que afirman que una simple golosina (o no tanto en sus versiones sin azúcar) puede ayudar a controlarlo. Se trata del chicle. Una investigación recopiló y analizó toda una serie de trabajos que se han llevado a cabo para demostrar si mascar chicle ayuda o no a reducir el estrés. En este estudio, realizado mediante el procedimiento denominado metaanálisis, se concluyó que mascar chicle, algo tan sencillo y bien tolerado por el organismo, es un modo efectivo de reducir el estrés y la ansiedad. No obstante, también se indica que serán necesarios más estudios para su confirmación. Dentro de esta línea de investigación, el doctor Raafat W. Girgis, psiquiatra triplemente certificado en el Centro de Rehabilitación Moment of Clarity, afirmó en una nota a Wellandgood que el chicle puede hacer mucho más que enmascarar el mal aliento. Según el doctor Girgis, mascar chicle puede ayudar a disminuir la respuesta del sistema nervioso de lucha o huida y reducir la ansiedad. “En humanos, algunos estudios demuestran que masticar chicle durante la exposición al estrés disminuye los niveles de cortisol plasmático y salival y reduce el estrés mental”, afirmó un estudio llamado “La masticación como conducta para afrontar el estrés”. Pero ya hay varias investigaciones sobre la correlación entre lo que se come (o mastica) y su impacto en el sistema neurológico. Recientemente, la doctora Sasha Hamdani, psiquiatra especialista en trastorno por déficit de atención (TDAH), reveló que los alimentos picantes, crujientes y ácidos (lo que ella llama “bocadillos sensoriales“) pueden activar los receptores cerebrales y aumentar la concentración. Según el doctor Girgis, un estudio sobre el impacto de mascar chicle en los niveles de estrés demostró que la masticación aumenta los niveles de oxígeno en sangre en la corteza prefrontal, el “centro de la personalidad” (porque es donde se procesa la información momento a momento, se la compara con experiencias pasadas y luego se reacciona ante ellas) y el hipocampo (área del cerebro responsable del aprendizaje, la memoria y el manejo de las hormonas del estrés). Las investigaciones demostraron que la exposición al estrés crónico puede afectar las capacidades cognitivas prefrontales y alterar la estructura de las dendritas, las ramificaciones en forma de árbol que nacen del cuerpo de la neurona y son responsables de recibir y transportar señales en el cerebro. También el estrés puede afectar el hipocampo en el procesamiento de la información y la memoria según las investigaciones. Los estudios también han demostrado que masticar chicle produce el aumento del flujo sanguíneo cerebral lo que puede estimular la actividad cognitiva. Teniendo en cuenta todas estas investigaciones, el doctor Girgis señaló que mascar chicle es un método eficaz para recuperar la calma porque puede promover la reducción del estrés. “Hay muchos circuitos neuronales que conectan nuestros órganos masticatorios con el cerebro, y mascar chicle puede estimular la función de estas áreas”, dijo Girgis. De ahí que mascar chicle también pueda ayudar a reenfocar la atención, cuando los niveles de estrés o ansiedad están en su punto máximo. “Desviar la atención de cualquier cosa que pueda activar nuestro sistema nervioso de lucha o huida es algo bueno. Al masticar chicle, la atención se centra más en los aspectos físicos y menos en los mentales”, señaló el médico en Wellandgood.com. ¿Cómo lograr los efectos antiestrés del chicle? Hay estudios que indican que el sabor puede influir sobre los niveles de cortisol, la hormona del estrés, producida por las glándulas suprarrenales. Por su lado doctor Girgis comentó que cuando se trata de cuánto tiempo se debe mascar chicle recomendó unos 20 minutos aproximadamente. El médico señaló que masticar chicle antes de realizar una actividad que se sabe que estresa también puede ayudar a calmar los nervios. Si no es posible serenarse de esta manera, esta golosina de todas formas puede aportar otras ventajas, según las investigaciones: - Reduce el apetito y hace picotear menos. Concretamente, lo estudios indican que con 45 minutos mascando chicle se puede lograr este efecto. - Protege los dientes. Los chicles sin azúcar, y aquellos con xilitol como edulcorante, ejercen un efecto complementario al cepillado de dientes que reduce la inflamación de las encías, según un estudio. Sin embargo, es interesante destacar que otra investigación indica que mascar chicles de menta reduce las ganas de comer fruta, y esto, sin duda, afectaría a una buena alimentación ya que los vegetales son piezas muy ricas nutricionalmente.
Muchas personas creen que lucen o se sienten más jóvenes que quienes comparten su edad, pero ¿es esto una percepción real o una ilusión psicológica? Según explicó la psicóloga Leticia Martín Enjuto a la revista 'CuerpoMente', este fenómeno puede estar relacionado con factores como el edadismo, la ansiedad ante el envejecimiento y el entorno social. Por su parte, un estudio citado por 'The Guardian' muestra que el 59 por ciento de los adultos entre 50 y 80 años en Estados Unidos creen verse más jóvenes que sus pares, aunque en muchos casos esta creencia podría no reflejar la realidad. El impacto de la autopercepción en la edad subjetiva De acuerdo con la psicóloga Leticia Martín Enjuto, entrevistada por 'CuerpoMente', la percepción de ser más joven que los demás de la misma edad puede deberse a una actitud psicológica de rechazo al envejecimiento. Esta actitud, conocida como midorexia, implica la resistencia a aceptar el paso del tiempo, lo cual puede traducirse en un estilo de vida, vestimenta y comportamiento más juvenil. No obstante, esta percepción puede también esconder una ansiedad más profunda relacionada con el temor a envejecer e incluso con el miedo a la muerte. “La percepción de una edad subjetiva menor puede actuar como un mecanismo de defensa psicológico”, explicó la experta. El papel del entorno social y cultural El entorno también influye significativamente en la forma en que cada persona percibe su edad. Martín Enjuto señala que contar con apoyo social y formar parte de círculos que proyectan una imagen positiva del envejecimiento puede reforzar una percepción más sana y flexible del paso del tiempo. En contraste, rodearse de personas con actitudes más pasivas o negativas puede contribuir a una visión más deteriorada de uno mismo. ¿Mente joven, cuerpo joven? Más allá de los factores psicológicos defensivos, sentirse “joven de alma” también puede tener fundamentos positivos. Según la misma psicóloga, mantener una mentalidad abierta, curiosa y resiliente está asociado con un menor deterioro cognitivo y una mejor adaptación emocional. Este tipo de mentalidad activa incluso regiones del cerebro relacionadas con la atención y la percepción, como el sistema reticular, lo que puede reforzar la idea de juventud percibida. Percepción vs. realidad: lo que dice la ciencia Una encuesta citada por 'The Guardian', basada en un estudio publicado en la revista 'Psychology and Aging', reveló que casi seis de cada diez adultos estadounidenses entre los 50 y los 80 años creen verse más jóvenes que otros de su misma edad. Solo el 6 por ciento considera que aparenta más años de los que tiene. El informe señala que este fenómeno puede estar influenciado por mecanismos mentales de negación de la vejez y de la mortalidad. También destaca que las mujeres y las personas con mayores ingresos tienden más a considerarse más jóvenes. Sin embargo, esta percepción podría no coincidir con la realidad, y se ve amplificada por estereotipos edadistas que muchas veces se interiorizan desde edades tempranas. Los riesgos del edadismo interiorizado El mismo artículo advierte sobre los peligros del edadismo autoinfligido. Según datos citados, más del 80 por ciento de los adultos mayores han adoptado estereotipos negativos sobre el envejecimiento. Esta visión puede tener efectos negativos no solo en la autoestima, sino también en la salud. Un estudio de 2002 citado por 'The Guardian' encontró que las personas con percepciones más positivas sobre su envejecimiento vivían, en promedio, 7,5 años más que aquellas con visiones negativas. La percepción de verse más joven que los demás puede ser un síntoma de salud mental positiva o, por el contrario, una señal de miedo o negación del envejecimiento. La clave, según los expertos, está en mantener una mente abierta, aceptar el paso del tiempo y rodearse de entornos que valoren la vitalidad más allá de la edad.
La relación entre tabaquismo y salud cerebral es un tema de constante investigación. Si bien hace décadas se estableció que fumar perjudica el cerebro —afectando la salud cardiovascular, dañando los vasos sanguíneos que suministran oxígeno y provocando inflamación crónica que destruye neuronas—, hasta ahora la evidencia sobre los beneficios a largo plazo de dejar de fumar en edades avanzadas era limitada. El estudio del University College de Londres (UCL), que analizó datos de casi 9.500 personas de 12 países, ha revelado que las capacidades cognitivas, como la memoria y la fluidez verbal, de quienes dejaron de fumar a partir de los 40 años disminuyeron significativamente menos que las de los fumadores en los seis años posteriores al abandono. Mejor fluidez verbal y calidad de la memoria Para llevar a cabo esta investigación, los autores analizaron datos de tres estudios en curso donde los participantes respondían a encuestas médicas cada dos años. Compararon información de más de 4.700 personas que dejaron de fumar con un número similar de individuos que continuaron haciéndolo. Todos los participantes eran mayores de 40 años, con una edad media de 58 años, y fueron emparejados por puntuaciones cognitivas iniciales, edad, sexo, nivel educativo y país de nacimiento. Durante los seis años previos a que el grupo de estudio dejara de fumar, las puntuaciones de deterioro cognitivo en pruebas de memoria y fluidez verbal disminuyeron a un ritmo similar en ambos grupos. Sin embargo, una vez que uno de los grupos abandonó el tabaco, las personas que dejaron de fumar experimentaron una tasa de deterioro de la fluidez verbal un 50% más lenta, en promedio, que quienes siguieron fumando. Adicionalmente, su pérdida de memoria fue un 20% inferior a la de los fumadores, es decir, quienes abandonaron el tabaco experimentaron entre tres y cuatro meses menos de deterioro de la memoria por cada año de envejecimiento y seis meses menos de deterioro de la fluidez verbal. Se confirman los beneficios a corto plazo Aunque el estudio es observacional, sus hallazgos son consistentes con investigaciones previas que ya sugerían mejoras en la salud cerebral a corto plazo al dejar de fumar. Ahora se confirma que estos beneficios se mantienen y se consolidan en el tiempo, incluso en personas que abandonan el hábito después de los 50 años. «Ya sabíamos que dejar de fumar, incluso en edades avanzadas, va acompañado de mejoras en la salud física y el bienestar. Con este estudio vemos que también ayuda a mantener una mejor salud cognitiva a largo plazo, por lo que nunca es demasiado tarde para dejarlo», afirma la investigadora del UCL, Mikaela Bloomberg.