El Desierto de Atacama se ha convertido en el basurero clandestino de ropa que desecha Estados Unidos, Europa y Asia. Cada año, enormes montañas de productos de diferentes marcas, colores y diseños -unas 59 mil toneladas aproximadamente- ingresan por la Zona Franca del puerto de Iquique, en la región de Tarapacá.
Estos desechos, que tardan unos 200 años en desintegrarse, son ropa fabricada en China o Bangladesh, pero comprada en París o Los Ángeles. Y todo termina botado en en el desierto chileno, que se ha convertido en uno de los principales destinos de ropa de “segunda mano”.
Chile se ha convertido en el primer importador de ropa usada en América Latina, lo que se ve reflejado en la gran cantidad de tiendas de “ropa usada” a lo largo del país.
El Gobernador de Tarapacá, José Miguel Carvajal, confirma que esto ha provocado, además, la formación de una serie de ferias ambulantes en la región y explica que los problemas se deben, principalmente, a que no hay un lugar para depositar los desechos y a la falta de fiscalización.