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Con el paso del tiempo nos cuesta mucho más hacer amigos, ¿por qué?

Cuando somos niños, hacer amigos es muy sencillo, pero a medida que crecemos es difícil hacer amigos nuevos.

5 de junio de 2022

Las relaciones afectivas significativas que establecemos con personas que no son miembros de nuestra familia, son fundamentales a lo largo de la vida. Desde pequeños priorizamos a los/as amigos/as como parte del proceso de individuación y construcción de la identidad.

Es en la adolescencia o juventud donde se establecen más vínculos afectivos, ya que el entorno académico lo favorece; muchas horas juntos, estudios, viajes, ocio común, todo ello hace que se generen más conexiones y relaciones estrechas entre los compañeros, fomentando así un buen desarrollo psicosocial. Sin embargo, con la edad nos cuesta más hacer amigos, ¿por qué?

A medida que maduramos, existen también cambios en las amistades que generamos. Cuando el entorno socioafectivo cambia o evoluciona hacia otra dirección diferente a la nuestra, cambia la forma de interactuar entre ambas partes, percibimos que ya no hay tantas cosas en común y nos sentimos poco a poco desvinculados de ese entorno.

Cuando nuestros amigos establecen relaciones de pareja estables o van teniendo hijos, sin duda sentimos que van cambiando sus prioridades, sus inquietudes, su forma de interactuar con los demás, pudiendo sentir entonces que nuestro círculo social se ha podido ver vulnerado.

También, consolidamos nuestra vida de una manera más autónoma e independiente, y podemos ser más reservados en cuanto a “dejar” que otros entren en nuestra vida íntima, dificultando así abrirnos y profundizar en las amistades como lo hacíamos antes.

Por ello, nos seguimos sintiendo más cómodos y conectados emocionalmente cuando estamos en contacto con personas con afinidades, estilos de vida e inquietudes comunes a las nuestras, pero para muchos puede resultar muy costoso el esfuerzo que hay que generar para mantener esa relación en el tiempo.

Cómo conocer gente nueva en la edad adulta

El ser humano, siendo adulto, sigue teniendo la posibilidad de conocer personas en entornos más allá de lo laboral: practicando deportes, perteneciendo a grupos para hacer salidas culturales, a la montaña, aprendiendo idiomas, o cualquier otra actividad lúdica. Además hoy en día contamos con estupendas herramientas para compensar esta dificultad: las aplicaciones para encontrar amistades de manera online, que nos permiten adaptarnos a las nuevas situaciones y oportunidades que se nos presentan. Esta fórmula nos da más posibilidades de conocer a gente sin límites de horarios o geográficos, y aunque podamos sentir que perdemos habilidades sociales propias de la interacción directa, o surgen las inseguridades y miedos (como al rechazo o ser juzgados), es una opción muy válida para abrirse a los demás.

La importancia de cuidar de uno mismo para cuidar una amistad

Para establecer una buena relación de amistad, es importante cultivar previamente “nuestra parcelita individual”, para sentirnos satisfechos con las actividades que estemos realizando.

Vamos a ver algunas premisas en las que poder focalizarnos para sentirnos mejor:

-Disponer de tiempo libre para nosotros mismos es igual de importante que disponer de tiempo con los demás.

- Identificar qué buscamos en una amistad (como por ejemplo los valores, principios o aspectos similares).

 -Ser constantes y honestos en el cuidado y el interés y potenciar un nivel de compromiso mutuo.

 -Generan un vínculo fuerte para que esa relación se pueda mantener en el tiempo.

 -Unirse a grupos con afinidades e inquietudes comunes (lectura, ciclismo, montañismo, redes sociales, etc)

 -Fomentar relaciones que cubran nuestras necesidades afectivas.

 -Potenciar la intimidad, conexión, cariño y comunicación

Las ventajas de tener amigos con circunstancias vitales similares a las nuestras:

  1. Maduramos y construimos nuestra identidad y seguridad en función de las interacciones socioafectivas que generamos.
  2. El entorno social que elegimos se suele fundamentar en afinidades, inquietudes y motivaciones similares, repercutiendo positivamente en nuestra autoestima.
  3. Es un entorno que percibimos seguro porque nos sentimos pertenecientes y vinculados a él, desarrollando lazos afectivos a largo plazo.
  4. Podemos generar y proyectar nuestra identidad sin miedo porque nos sentimos valorados, aceptados, acompañados, comprendidos y conectados con los demás a lo largo del proceso vital.


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